La elección del delantero del Dinamo de Kiev como ganador del premio de dicho año fue una de las que más polémica ha despertado jamás
Pocas, muy pocas dudas habrían existido hoy en día a la hora de elegir quién debió llevarse el preciado galardón individual en 1986. El excelente rendimiento que ofreció Diego Armando Maradona durante el Mundial de ese mismo año, y que llevó a su país a levantar su segunda Copa, a día de hoy, no admitiría lugar a debate sobre su digno merecedor. Sin embargo, el reglamento por aquel entonces únicamente permitía ganar dicha distinción a jugadores con nacionalidad europea, hasta que en 1995 decidió abrirse a todo el mundo. Curiosamente, el primer ganador no europeo fue también el aún único africano que lo ha conseguido conquistar, George Weah.
A pesar de ello, la de ese año fue una de las entregas que más se ha cuestionado a lo largo de toda su historia. Para empezar, había quienes veían como claro favorito a Gary Lineker, subcampeón y máximo goleador de la liga inglesa con el Everton y máximo artillero en la Copa del Mundo de México con Inglaterra.
En el caso de no ser él el afortunado, las quinielas daban también como claro aspirante al delantero español Emilio Butragueño. El líder de la legendaria “Quinta del Buitre” dejó un año para el recuerdo tras ganar la segunda de las cinco ligas consecutivas que conquistó, además de la UEFA. Por otra parte, su recital en octavos de la Copa del Mundo le perfilaba bastante bien a ojos de France Football. No obstante, consiguió dejar fuera de combate a una Dinamarca, que estaba siendo la gran sensación del torneo, gracias a sus recordados cuatro goles en Querétaro.
Ígor Belánov, ganador por sorpresa
No obstante, el ganador final del Balón de Oro terminó siendo Ígor Belánov. Los méritos del atacante internacional con la URSS, cuestionados por muchos por aquel entonces, residían en una excelente participación en la Recopa de ese mismo año. Junto con Zavarov y el también balón de oro, Oleg Blokhin, llevó al Dinamo de Kiev a alzar el trofeo tras imponerse al Atlético de Madrid por 3-0 en la final, disputada en Lyon.
No obstante, aunque compartió el pichichi con sus compañeros, empatando a cinco dianas, lo cierto es que el impacto generado por Belánov no fue equiparado por ningún otro. Además de su gran Recopa europea, el ucraniano tuvo un notable paso también por el campeonato Mundial, del que se despidió en octavos de final ante Bélgica totalmente desolado. No en vano, a pesar de anotar un Hat-Trick que llevó la contienda a la prórroga, su selección, la URSS, terminó sucumbiendo ante los belgas.
Cruz en la Eurocopa y fracaso en Alemania
Años después, el devenir de Belánov no se comportó de igual modo que lo hizo con otros balones de oro. En la siguiente Eurocopa, tuvo que lidiar con la máxima de las penumbras tras errar un penalti en la final y ver cómo su rival, Países Bajos, levantaba finalmente el trofeo. Un año más tarde, fracasó en su aventura más allá de la Unión Soviética entre lesiones y no lesiones, en el Borussia Monchengladbach, donde duró tan solo un año. Después, jugó en la segunda alemana con el Eintracht, con quien llegó a descender también a la categoría de bronce. Finalmente, en 1995 volvió a Odesa, y un año más tarde decidió poner fin a sus días como futbolista, de la mano del Metalurg Mariúpol ucraniano.
Ígor Belánov, un atacante quien nunca precisó de una técnica prodigiosa para destacar, pues su potencia y su buen olfato de cara a gol le bastaron para tocar la cima. No por mucho tiempo, pero lo hizo y, aunque aún su galardón suscita polémica entre quienes recuerdan su premio, a día de hoy puede presumir de ser una de las 43 personas que saben cuánto pesa el preciado balón de oro.
