Repaso a los futbolistas que defendieron el 10 culé antes de que Lionel Messi adquiriese el relevo de Ronaldinho en 2008
Tras la salida de Lionel Messi, el FC Barcelona ha decidido asignar el legendario dorsal número 10 que durante trece temporadas ha defendido a las mil maravillas el argentino a Ansu Fati, la gran esperanza de un FC Barcelona en plena crisis tanto económica como anímica. En este artículo, repasaremos los nombres de quienes defendieron antes que el seis veces balones de oro este dorsal.
Kubala y Luis Suárez, leyendas de los cincuenta
El primer gran jugador que portó la diez del FC Barcelona fue Lászlo Kubala. El delantero húngaro marcó una época en la ciudad condal, donde en 12 años se convirtió en leyenda y máximo representante de un exitoso equipo que levantó cuatro ligas y cinco copas. Destacaba por su habilidad para el regate y agudeza para el disparo. Tal fue la marca que dejó que, en una encuesta por motivo del centenario del equipo en 1999, fue reconocido por los aficionados como el mejor jugador de su historia. Tuvo el honor de llevar el dorsal número diez entre los años 1952 y 1960.
Eso sí, como por aquel entonces los dorsales no tenían una adquisición exclusiva, en varias ocasiones alternó el diez con otra leyenda blaugrana, Luis Suárez Miramontes. El gallego dejó también una huella imborrable durante los ocho años que representó al club, entre 1953 y 1961, antes de convertirse en el fichaje más caro de la historia hasta aquel entonces, luego de su llegada al Inter de Milán. Tuvo un coste equivalente a 204.000 euros actuales. Durante su estancia en Barcelona, ganó el balón de oro de 1960, siendo aún a día de hoy el único jugador español en lograr dicha distinción individual.
A excepción de las dos leyendas mencionadas, hubo varios jugadores que tuvieron la oportunidad de vestir este número de manera ocasional. Como Emilio Aldecoa , Aretio, Florencio, Ribelles, Ramon Villaverde, Julio Benítez, Goyvaerts, Juan Carlos o Chus Pereda. Sin embargo, entre 1964 y 1969 hubo alguien que logró darle continuidad al preciado dorsal. Ese fue Josep Fusté, prodigioso centrocampista que defendió la zamarra blaugrana durante diez años, llegando a ser el capitán del equipo. El siguiente en adquirir el testigo fue Ramón Alfonseda durante la temporada 1969/1970.
Juan Manuel Asensi, el capitán con mayúsculas
Tampoco se puede olvidar a Asensi, el gran capitán del Barcelona de los ’70. Un centrocampista muy técnico pero con gran envergadura. Defendió durante una década los colores del FC Barcelona y levantó una liga, una Copa, una Copa de Ferias y una Recopa. Eso sí, cabe mencionar el gesto que tuvo con su compañero Hugo Sotil, con quien compartió el dorsal. Un mediapunta peruano de lo más prodigioso, y cuya frase “mamita campeonamos” para certificar el título de liga de 1974 quedó impregnada para la posteridad.
Durante la última temporada de Asensi en el Barça, Jesús Landaburu y Juan José Estella también pudieron dejarse ver con el diez. De hecho, este último, un mes después de la despedida del gran capitán de la que fue su casa, lució el deseado dorsal en la final de Copa en la que los culés derrotaron por 3-1 al Sporting de Gijón.
Diego Armando Maradona, un sueño frustrado
El siguiente en adquirir el número fue ni más ni menos que el diez por antonomasia de este deporte. Después de brillar con luz propia en Argentina con Argentinos Juniors y Boca, en 1982, Diego Armando Maradona aterrizó en Barcelona a cambio de 1200 millones de pesetas, dispuesto a marcar una época también en Europa. Sin embargo, primero una hepatitis detectada que le privó de competir durante tres meses y un año más tarde una gravísima lesión en el tobillo, sumado a diversos factores extradeportivos hicieron que dos años después de su fichaje el club acabase aceptando una importante oferta del Napoli para vender al jugador.
De nuevo, la diez quedaba vacante, siendo el escocés Steve Archibald quien relevó al argentino, y con mejor suerte además, durante las tres temporadas que la portó. A su vez, otros como Marcos Alonso, padre del actual jugador del Chelsea, llevaron residualmente este número, al igual que Lineker que, aunque el suyo era el 9, en alguna ocasión también tuvo que vestir la décima.
Después llegó Robert Fernández, quien la portó entre 1986 y 1990, especialmente recordado por ser el número diez del equipo que derrotó a la Samdoria en la Recopa de 1989. Tras el valenciano, otros como Laudrup, Guillermo Amor, Miquel Soler, Richard Witschge, Stoichkov, Eusebio, José Mari o el mismísimo Guardiola se alternaron ocasionalmente el dorsal, hasta la llegada de Romario. El gran futbolista brasileño representó el 10 del equipo catalán durante los dos años que duró su estancia, es decir, durante las temporadas 1993/1994 y 1994/1995. Tras su marcha, y en la que fue la última temporada sin dorsales fijos (1995/1996), fueron Lluís Carreras, Gheorghe Hagi, Roger García y Ángel Cuéllar quienes se turnaron el diez.
Giovanni, un talento que no pudo con Van Gaal
Con la implantación de la norma, el primer jugador en adueñarse el 10 fue Giovanni, un talentoso delantero brasileño que acababa de llegar al club, y que conquistó dos ligas, dos copas, una Supercopa de España, una Recopa y una Supercopa de Europa en sus tres años como culé. Sin embargo, sus desencuentros y malestar con Van Gaal, a quien le acusaba de asignarle funciones que le disgustaban, acabaron por certificar su marcha del equipo rumbo al Olympiacos griego. El siguiente en llegar fue Litmanen, quien llegó como deseo explicito del entrenador neerlandés. Sin embargo, las lesiones y falta de continuidad privaron al finlandés de ser la sombra siquiera del jugador que llevó al Ajax a levantar pocos años antes su cuarta Copa de Europa. Un año más tarde, con la destitución de Van Gaal, también se produjo su salida.
Rivaldo y Riquelme tampoco pudieron con el técnico neerlandés
Quien recogió la vacante del dorsal fue Rivaldo en uno de los veranos más agrios que se recuerdan en el Camp Nou tras la salida de Luis Figo rumbo al Real Madrid. El brasileño se convirtió además en el primer jugador del FC Barcelona en portar el diez en el nuevo siglo, y en su primer año con el nuevo dorsal, dejó una de las imágenes que más recuerda el aficionado culé. Con un precioso gol de chilena en el último partido de liga ante el Valencia, consiguió clasificar a su equipo para la siguiente edición de la Champions. No obstante, sus lesiones y desencuentros extradeportivos hicieron que en 2002 terminase dando por concluida su etapa en el Camp Nou.
La siguiente temporada, el escogido para portar el diez fue Juan Román Riquelme, quien seguía los pasos de Maradona tras brillar con luz propia de la mano de Boca Juniors. No obstante, también tuvo la mala fortuna que tuvo el pelusa a su llegada a Barcelona. Además, su entonces técnico, Van Gaal, no confiaba en él como representante de un equipo con las ambiciones de un Barcelona que, además, no pasaba por un buen momento ni institucional ni deportivo, por lo que su periplo allí tan solo duró un año.
Ronaldinho, la primera piedra de lo que llegó después
Llegamos al final de esta lista con el jugador que probablemente más felicidad haya despertado entre la afición del Camp Nou. Como mencionábamos en el párrafo anterior, el club blaugrana se encontraba inmerso en una profunda depresión de la que el brasileño consiguió sacarles a base de buen fútbol, rendimiento, goles y sonrisas. Llegó después de que Laporta ganase sus primeras elecciones a presidente del club y, aunque su promesa de campaña fue Beckham, el fichaje del inglés por el Real Madrid obligó a que el presidente electo tuviese que buscar una segunda opción, esta vez en el PSG. Algo de lo que se alegrará eternamente la familia azulgrana.
Tras previo pago de 24 millones de euros, Ronaldinho llegó al FC Barcelona en la temporada 2003/2004. Su rendimiento desde el primer momento fue equiparable a su dorsal, ya que tardó dos jornadas en dejar patente su potencial, anotándole un gol antológico al Sevilla FC. En 2005, recibió el balón de oro en reconocimiento a su nivel, cuando ya era el ídolo máximo de la afición. En sus primeros tres años, levantó dos ligas y una Champions con el Barcelona, había ampliado su contrato hasta 2010 y ya era la viva imagen del fútbol a ojos del mundo. Una temporada después, en la 2006/2007, fue el máximo goleador, con 21 dianas, de un equipo que acusó el bajón y las lesiones de varias de sus estrellas.
Un talento condicionado
Una temporada después, su afición por la vida nocturna acabó haciendo mella en su nivel que, a las puertas de los 30 años, empezó a dejar mucho que desear, e incluso acabó perdiendo la titularidad. Hecho que no complació precisamente al nuevo entrenador del FC Barcelona de cara a la temporada 2008/2009, Josep Guardiola, quien anunció públicamente que no contaba con él de cara a su, a posteriori, legendario proyecto. El de Sampedor prefería depositar la confianza y el peso que exige en numero 10 en un talento por explotar como leyenda como Lionel Messi. Sin duda, una decisión que, aunque costó la marcha de uno de los futbolistas con más talento innato de la historia, terminó siendo del todo efectiva.