El pasado sábado, Cristiano Piccini volvió a pisar el césped de Mestalla como jugador, tras haber pasado un calvario de lesiones constantes
Los últimos años en la vida de Cristiano Piccini seguro que han sido para el olvido. El jugador italiano era un fijo en la enfermería del Valencia. De hecho, desde que volvió de su cesión en la Atalanta apenas ha pisado un terreno de juego. El curso pasado fue cedido al equipo de Bérgamo. Pero dada su poca relevancia a las órdenes de Gasperini y la falta de efectivos en el combinado che, hicieron que se adelantase su vuelta a la ciudad del Turia. No obstante, el asunto no fue como se esperaba.
Piccini perdonó gran parte de su ficha, por los problemas económicos que el club atravesaba. Lo que convirtió su gesto en heroico y demostró que su compromiso con el Valencia estaba por encima de todo. Quería ayudar al equipo cuanto antes y como fuera. Con la única intención de sentirse jugador de élite. Pero su regreso se demoraba. Físicamente no estaba al 100%. Y no fue hasta el tramo final cuando puedo reincorporarse a la convocatorias y disputar algunos minutos residuales.
Sin embargo, la temporada 21-22 suponía un punto de inflexión para el italiano. Entrenador nuevos e ideas frescas. Un intenso trabajo estival para ponerse a punto y poder ser importante en el Valencia. Pero un partido de pretemporada lo frenó todo para Piccini. El lateral diestro del Valencia cayó lesionado frente al Villarreal en el que fue el primer amistoso de pretemporada para ambos. Y, de nuevo, vuelta a la pescadilla que se muerde la cola. Lesión de larga duración y proceso duradero de recuperación.
Tras varios meses de parón competitivo, el pasado sábado, Cristiano Piccini pudo sentirse futbolista de nuevo. En la segunda parte del encuentro entre Valencia y Villarreal pudo vestirse de corto y salir a competir. Sustituyó en el verde a José Luis Gayà y disputó algo más de ocho minutos más el prolongado descuento. Realizando un gran trabajo defensivo cubriendo la banda derecha perfectamente y sin cometer errores. En la que fue una prueba de fuego, ya no solo por el rival y la situación del partido – asedio groguet – sino por lo que significa para el italiano. Poner fin a una dura etapa de su vida.
Asimismo, en una entrevista realizada esta misma semana en los medios oficiales del Valencia, Piccini aseguró que llegó a plantearse dejar el fútbol. Durante el tiempo de lesión, el lateral se llegó a plantear la retirada. Estas fueron sus palabras. “No niego que ha sido difícil, he tenido días e incluso semanas de bajón emocional, de decir ya no puedo más y quiero dejarlo. He llegado a pensarlo, pero al final el trabajo tiene su recompensa siempre. Lo que me ha pasado a mí no se lo deseo nadie.”
Aunque, en un ejercicio de acopio de fuerzas, tuvo la valentía y el coraje cuando a otros les faltó. Y siguió hacia adelante y logró su objetivo. Así lo relataba. Lo que me ha sorprendido es la constancia y las ganas de querer volver. “Lo he conseguido y estoy muy orgulloso de mí, en este momento estoy muy feliz.”
Así como también dijo que el vestuario era una familia y todos estaban con él. En el campo se pudo observar, ya que las muestras de apoyo y cariño a Piccini se sucedieron. “Solo quiero disfrutar, pensar en entrenar lo mejor posible y ayudar al equipo. Además de mi familia, que sabe mejor que nadie lo que he pasado, entre mis compañeros ha habido muchos que han vivido junto a mí esta lesión. Se crea una empatía entre nosotros porque me ha pasado a mí, pero le puede pasar a cualquiera. Ver que un compañero vuelve después de una lesión tan difícil es una alegría para todos. Lo que he sentido al entrar al campo es increíble, he sentido el calor y el cariño que me tienen los compañeros y la afición.”