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Un Mundial con sabor a Messi

Argentina se ha proclamado campeona del mundo guiada por un Messi que pone la guinda a una carrera impecable

Todavía no somos conscientes de que hemos visto The Last Dance de Messi. Y vaya último baile, Leo. Un relato para enmarcar. Para poner el broche a una carrera impecable. Para contárselo a tus nietos.

Decía Sergio Vázquez: “que Messi gane la copa es que, al menos por un día, la vida sea perfecta”. Y sí, razón no le falta. El día que se vaya Messi se irá con él una parte de mí, del chaval que se pasaba horas viendo vídeos de los mejores goles de Leo cuando YouTube daba sus primeros pasos.

La cara del propio Leo tras el pitido final del árbitro lo decía todo. Sus compañeros se le acercaban corriendo mientras lloraban de emoción, como si todavía no se lo terminaran de creer. Mientras, Messi, tranquilo y feliz. Sabedor de que esa espinita que le había acompañado a lo largo de su carrera se había convertido en su mayor tesoro. Un tesoro al que no estaba dispuesto a renunciar.

El fútbol le debía una al bueno de Leo, como ese amigo al que le dejas copiar, al que le pasas tus apuntes y le prestas los deberes. Te debe una y lo sabe. Messi le ha dado a este deporte lo que Picasso a la pintura. Un artista que dibuja sobre el césped a paso lento con una facilidad pasmosa. Aunque en realidad, si algo nos ha enseñado el fútbol, es que no hay lugar para la justicia.

Por el bien del deporte rey, ayer la justicia reinó sobre Lusail. Ganó el fútbol,  ganó Argentina, ganó Messi, pero sobretodo, ganó la literatura. Una historia resumida en una foto: Messi alzando el trofeo como lo hizo Maradona en el 86′.

Quédate con la persona que te mire igual que Leo miró a la Copa. Una Copa que anhelaba desde hace tiempo, su gran debe. Si Messi siempre ha sido un 10, este Mundial es la matrícula de honor. El redondeo a la excelencia, a la perfección.

Si hablamos de excelencia, tenemos que hablar del partido del Dibu. Su parada a lo Iker Casillas contra Robben y su calidad diferencial en la tanda de penaltis, tienen gran porcentaje de la culpa del hito. Su celebración con el trofeo al mejor portero te la firma Joaquín. Para algunos una payasada, para otros una obra de arte.

Lionel Scaloni, el cerebro de esta Argentina campeona

Obra de arte la que ha construido Lionel Scaloni, recogiendo a una selección en ruinas para llevarla a la cumbre. Un tipo sin experiencia, que generaba controversia y que fue capaz de devolverle la ilusión y unir a todo un país con un mismo objetivo: volver a levantar la copa como lo hizo el Diego en el 86′. Mezclando la veteranía y experiencia de los Otamendi o Di María, con la frescura y calidad de los Julián o Enzo. Creando el ecosistema idóneo para Messi. El que nunca existió. El que permitió al 10, ser el 10, y, por ende, alzarse con el título.

A punto estuvo Kylian Mbappe de arrebatarnos lo que el fútbol le debía a Messi. Pero no. Ni el mejor villano pudo estropear una historia que estaba destinada a tener un final feliz. Una historia de perseverancia, de superación y de fe, es la historia de Leo con la albiceleste. Con principio, nudo y desenlace. Una travesía de sufrimiento y tristeza, de finales perdidas y de abandonar la selección. Pero con un desenlace propio de un héroe, de una leyenda. Como si lo hubiese pactado con el destino. Es lunes sí, pero con sabor a Messi.

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