Se ve factible y cercana la posibilidad de terminar en una plaza europea
El Valencia se encuentra en un estado de forma enorme y su octava posición (a la espera del partido del lunes) aviva el deseo de jugar en una competición europea la próxima campaña. La Conference League ha pasado de ser un sueño a un objetivo. La diferencia con la temporada pasada es abismal: en la jornada 31 estaba en descenso, tras haber perdido frente al Barcelona.
Esto, entre otros motivos, se debe al gran acierto del entrenador: Rubén Baraja. El Pipo llegó sin mucho ruido; Gattuso había salido y Voro llevaba las riendas del equipo desde hacía ya unas jornadas. Remontó el vuelo poco a poco, consiguiendo dejar las porterías a cero, y, lo que resultó ser más relevante, daba oportunidades a los jóvenes. Tras el milagroso gol de Javi Guerra -un canterano que apenas había jugado en el primer equipo- frente al Valladolid, se atrevió a alinear a los Diego López, Javi Guerra y Fran Pérez, jóvenes y faltos de experiencia en los onces iniciales. Experimento que resultó ser un gran acierto.
A pesar del contexto del club, están en la mitad superior de la tabla
Y todo esto sucede pese a ser el equipo más joven de LaLiga y el poco movimiento del club en los mercados. Por eso, teniendo en cuenta el marco que comprende el equipo, no es una situación competitiva nada desdeñable.
El cambio del Valencia frente a la temporada pasada, además de la influencia del Pipo en el juego, ha sido provocado por multitud de futbolistas jóvenes y una limpieza general en verano de todos aquellos nombres que no rindieron a la altura de sus expectativas: desde Samu Castillejo hasta el uruguayo Cavani y el canterano del Barça Ilaix Moriba. Se percibe la buena situación en los vestuarios en cada victoria.