Ayer Míchel tuvo el primer asalto a los mandos de su nuevo equipo
El nuevo Girona de Míchel Sánchez empezó ayer a engranar piezas frente a todo un FC Barcelona. Pese al resultado que reflejó el marcador al final de los noventa minutos, se pudo ver a un Girona competitivo y duro de roer.
El técnico madrileño salió a por todas con un once en formación 4-3-3 que no pareció ser alineado como para tomarse el partido a ‘pachanga’. Como portero salió con el titular y recientemente renovado Juan Carlos, aunque no tuvo su mejor actuación desde que viste la elástica del Girona.
En defensa puso una línea de cuatro con Juanpe y Arnau como centrales, nada arriesgado, y a Valery y Calavera como laterales. El primero de ellos tuvo una actuación realmente destacable en la parcela ofensiva.
En la medular alineó a Gumbau, Kebé y un Terrats que completó con nota la carta de presentación a su nuevo entrenador. Dio la sensación que por la jerarquía que posee ya a su corta edad y debido a la marcha de Cristóforo, podría convertirse en el pivote titular del equipo esta campaña.
Arriba puso a Stuani y un Jairo que pasó totalmente desapercibido, todo lo contrario a Samu Sáiz, que esta temporada puede que vuelva a recuperar su nivel óptimo, como no pudo hacerlo la pasada temporada.
El Girona salió con una derrota del Johan Cruyff pero las sensaciones fueron mejores que lo que reflejó el resultado. Dos de los tres goles que encajó fueron de penaltis provocados por errores típicos de una pretemporada que acaba de comenzar. El gol a favor lo convirtió Samu Sáiz, también de penalti. El madrileño se atrevió a picarlo a lo Panenka, y no falló.