Aunque su estancia en el Camp Nou duró media temporada, su irrupción impulsó a un club que atravesaba serios problemas deportivos
12 de enero de 2004. Posiblemente, una fecha que quedó marcada en la historia del FC Barcelona por lo que llegó a partir de ahí. Por aquel entonces, Joan Laporta se enfrentaba a su primer año en la presidencia de un club sumido en la depresión tras la era Gaspart, quien acabó dimitiendo debido al flojo rendimiento del equipo y el hartazgo de la afición del Camp Nou. De cara a esta temporada, el nuevo presidente llevó a cabo una profunda renovación del equipo en todas sus estructuras, empezando por la secretaría técnica, asignada a Txiki Begiristain, y por el banquillo, para el cual fue asignado Frank Rijkaard como nuevo entrenador.
Además, experimentó un cambio radical en el aspecto deportivo, vendiendo hasta 12 jugadores y trayendo figuras de la talla de Ronaldinho, Rafa Márquez o Quaresma, entre otros. Sin embargo, los resultados no fueron los que exigía una entidad como el FC Barcelona, por lo que se plantearon el mercado invernal como un punto de inflexión en el que reconducir la pésima situación.
Con el nuevo año, Laporta cumplió con el deseo del entrenador del equipo, y consiguió la cesión a cambio de dos millones de euros de Edgar Davids. El centrocampista neerlandés llegó a modo de préstamo procedente de una Juventus recientemente descendida a Serie B debido al escándalo del Calciopoli. De esta manera, el conjunto catalán reforzó su medular con un futbolista muy agresivo e impetuoso, pero poseedor de una gran riqueza táctica y técnica.
Cambio de esquema
La llegada del característico centrocampista supuso un salto para el FC Barcelona en todos los aspectos. Por un lado, fue el desencadenante que llevó a Rijkaard a pasar del 1-4-2-3-1 al 1-4-3-3, el cual dejó como gran favorecido a un Xavi Hernández que, más cercano al área rival, comenzó a despuntar su potencial. Además, en lo deportivo, aportó la regularidad necesaria, siendo el gran artífice de una increíble remontada que llevó al club culé a terminar el campeonato en la segunda posición de la clasificación.
Además, su singular físico le llevó a convertirse en el símbolo del FC Barcelona y de la propia marca deportiva Nike, debido a sus características rastas y gafas.
No obstante, su periplo en la ciudad condal duró mucho menos de lo deseado. Al final de temporada, terminó su cesión en el equipo, y su nuevo destino se ubicó en Milán. En el Inter, concretamente. Desde la directiva encabezada por Laporta, hicieron todo lo posible por retenerle, pero el jugador ya había tomado una decisión respecto a su futuro.
Por suerte para ellos, la inmediata llegada de Deco, la máxima figura del vigente campeón de Europa, el Porto, hizo olvidar rápidamente su ausencia. Además, en la temporada 2004/2005, el conjunto blaugrana consiguió levantar la liga, y una temporada después la liga y la segunda Champions de su historia.
En busca del Davids II
La llegada del neerlandés protagonizó un antes y un después en la historia contemporánea del FC Barcelona y, aunque su estancia fue corta, fue lo suficientemente intensa y efectiva como para justificarla con creces. Un fichaje, o más bien cesión, que durante estos días se recuerda con más cariño si cabe en torno al Camp Nou, y que anhelan ver reencarnarse en un futbolista actual en el siguiente mercado de fichajes. Después de lo exhibido en los últimos partidos, está claro que vuelven a necesitar más que nunca un Edgar Davids.