A pesar de que muchos futbolistas consiguen llegar a debutar en la máxima categoría del fútbol de nuestro país, a veces se dan situaciones que impiden a estos jugadores triunfar. La falta de disciplina, no llegar a las expectativas o graves lesiones, truncan la carrera de algunos deportistas de élite. Esto último bien pudo ser el caso de cierto jugador, pero para suerte del fútbol, decidió que no.
La trayectoria del ya veterano zaguero, Víctor Laguardia, se inició en la cantera del Real Zaragoza. Además de ser un histórico, siempre fue, y continúa siendo, el equipo de sus amores, el de su ciudad. Su Zaragoza natal. La que le vio nacer un 5 de noviembre del año 1989.
Allí se curtió un defensor tan prometedor como aguerrido al que le esperaba una prometedora carrera. Su momento llegó en 2009, en la Romareda. De la mano de Marcelino García Toral, Laguardia cumplió su sueño de debutar con el equipo maño. Además, lo hizo como titular en la jornada inaugural de la temporada de la vuelta a Primera del Real Zaragoza, precisamente, ante el también recién ascendido C. D. Tenerife. Sin embargo, durante los siguientes meses de competición dejó de tener protagonismo, tanto que tuvo que volver al filial.
Con el año nuevo, el defensa sufrió una de las lesiones más graves que puede sufrir un deportista. Una rotura del ligamento cruzado de su rodilla derecha el segundo día de enero le dejó fuera de los terrenos de juego durante el resto de la temporada.
En el siguiente curso las cosas, lejos de mejorar, empeoraron. Debido a unas molestias en el menisco de su desdichada rodilla tuvo que ser operado en dos ocasiones, quedando nuevamente en el dique seco, sin llegar a jugar siquiera en toda la temporada.
Con veintiún años y una experiencia no muy afortunada de lesiones a sus espaldas, el zaragozano comenzó de nuevo su andadura como profesional en la temporada 2011/2012. Con el fin de que recuperara sensaciones, el Zaragoza decidió cederlo a Las Palmas. Allí jugó veinticinco encuentros. La siguiente temporada fue nuevamente cedido, esta vez al Alcorcón, jugando un partido más que con el club canario y anotando tres goles.
Ya con 23 años, parecía estar preparado para ser uno más del recién descendido Zaragoza. Aquella temporada (2013/14) la terminó con 28 partidos a sus espaldas, siendo pieza importante del equipo. Sin embargo, la pésima situación tanto económica como deportiva en la que entró el equipo aragonés hizo que no renovase su contrato. Finalizaba una etapa agridulce en su vida y dio el paso hacia otra nueva en Vitoria, firmando por el Deportivo Alavés.
Desde el primer año, Laguardia se convirtió en todo un pilar de Mendizorroza. El central aportó la veteranía y sobriedad que le faltó al club ‘babazorro’ en la temporada anterior que casi les cuesta el descenso a Segunda B. Dos temporadas después, el Alavés ya era de Primera División.
Su primera temporada en la élite (2016/2017) comenzó de manera inmejorable, siendo fundamental en el equipo que alcanzó la final de copa. Sin embargo, la mala suerte volvió a cebarse con su rodilla derecha a falta de una semana de la importantísima cita, con la misma lesión que sufrió siete años atrás.
Luego de varios meses duros de recuperación, su vuelta se produjo en enero del 2018. Coincidiendo con la llegada de Abelardo al banquillo vitoriano, el zaragozano lideró la defensa de un equipo que logró salvarse con solvencia después de unas pésimas primeras catorce jornadas. Afortunadamente para él, la temporada siguiente pudo tener la continuidad que anhelaba. Gracias a ello, pudo cerrar un maravilloso campeonato en el Alavés con la friolera de 36 jornadas disputadas, en las que el equipo ocupó zona Champions hasta las últimas jornadas, donde finalmente se desinfló.
Para muchos, la clave de esa ‘casi’ gesta ‘babazorra’ fue el maño. Con la compañía del chileno Guillermo Maripán en la zaga, fue el líder de un bloque muy bien trabajado por Abelardo que se caracterizó por su pragmatismo, en especial en Mendizorroza, y su impecable y curtida labor defensiva.
29 años, y con un currículum sumamente desdichado para un futbolista, Victor Laguardia se ha convertido en uno de los centrales referencia de La Liga. No se trata del mejor para sacar el balón jugado, sin embargo, su arrojo y entrega en cada partido le hacen ser el defensa central deseado por cualquier entrenador y afición. A día de hoy, es uno de los mayores ídolos de la grada de Mendizorroza, la cual solo espera que las lesiones no vuelvan a interrumpir la carrera de un jugador al que se le ha hecho esperar el reconocimiento del panorama futbolístico.
Un futbolista diferente, alejado de las redes sociales y de la fama, pero nunca del balón. Un jugador que con dos roturas del ligamento de su rodilla nunca dudará en meter la pierna, o lo que haga falta. Un jugador único.