Si hoy por hoy el Atlético de Madrid es uno de los equipos más fuertes de Europa y uno de los más atractivos para los jugadores es, en gran parte, gracias a la llegada de Simeone
Desde su llegada en 2011, Diego Pablo Simeone no paró de cosechar éxitos en el Atlético: una Europa League, una Copa del Rey… Pero la cúspide la alcanzó en la temporada 2013-2014, enfocando el juego de su equipo en el poder colectivo. Todos defendían y todos atacaban, quería un grupo comprometido entre sí, y fue lo que consiguió.
Para compensar la marcha de Radamel Falcao, ‘el Cholo’ tuvo que traer a nuevos jugadores a sus filas: José María Giménez, Leo Baptistao, Toby Alderweireld, Guilavogui y David Villa fueron las nuevas incorporaciones que firmó el Atlético aquel año. Martín Demichelis también se incorporó al club, pero ya es conocido el caso de su marcha con rumbo al Manchester City días después de su fichaje. Con todo, el equipo quedó de la siguiente manera: Thibaut Courtois; Filipe Luis, Godín, Miranda, Juanfran; Gabi, Tiago Mendes; Koke, Raúl García; David Villa, Diego Costa. El innegociable esquema 4-4-2 del ‘Cholo’ empezó a dejarse ver desde el principio.
Los ‘colchoneros’ realizaron una gran participación en todas las competiciones que disputaron. Perdieron el primer título de la temporada, la Supercopa de España, ante el FC Barcelona, pero ofrecieron una buena imagen sobre el césped y en ningún momento dio la sensación de que el Barça fuese superior a ellos.
Comenzaron La Liga 2013-2014 de una forma inmejorable, muy inspirados. Ganaron todos sus encuentros hasta la novena fecha (incluida una apretada victoria contra el Real Madrid, de nuevo en el Bernabéu, con un solitario gol de tiro raso de Diego Costa), en la que cayeron contra el RCD Espanyol en Cornellà. Después de esta derrota, siguieron manteniendo el buen juego que venían mostrando durante todo el campeonato y ganando partidos. Llegaron al comienzo de la Copa del Rey con la friolera cifra de 13 victorias, un empate y sólo una derrota por la mínima en liga. Además, en Champions League, Zenit de San Petersburgo, FC Porto y Austria Viena eran sus rivales, un grupo en principio bastante cómodo. A las alturas del principio de ‘la competición del K.O’ tampoco habían perdido ninguno de sus compromisos continentales, sólo empatando uno. La primera ronda de la copa cruzó al Atlético con el Sant Andreu catalán y como era de esperar, no tuvo ningún problema para superarlo (0-4 y 2-1).
Al regreso de La Liga, aplastó al Valencia en el Manzanares por 3-0, lo que los impulsó a seguir con su racha de imbatibilidad hasta la jornada 23 en la que el Almería los derrotó. Atravesaron entonces una mala racha, en la que de 12 puntos posibles tuvieron que conformarse con obtener 4, con una victoria por 3-0 ante el Valladolid y un empate ante el Real Madrid, 2-2. Justo antes de estos traspiés, Costa, Godín, Gabi y compañía consiguieron avanzar otras dos rondas de Copa del Rey, derrotando en el global por 3-1 al Valencia en octavos de final y por 1-3 al Athletic Club de Bilbao en cuartos, para plantarse en semifinales ante el Real Madrid. Este último no le dio la más mínima posibilidad al cuadro rojiblanco. Cayeron por un humillante 3-0 en el Bernabéu, y en la vuelta de la eliminatoria, una semana más tarde, intentaron la remontada, pero volvieron a dejarles sin opciones ganando por 0-2. Un doloroso 0-5 que finalizó su andadura en la competición.
El Atlético de Madrid continuó ganando en liga, y el 11 de febrero regresó la Champions: el AC Milan fue el rival a batir. En San Siro se vivió un partido muy igualado y trabado por las repetidas faltas que ambos equipos cometieron. Sólo un gol de Diego Costa en el 83’ pudo romper la igualada y darle una mínima ventaja de cara a la vuelta. En el Calderón el partido fue muy diferente. Costa volvió a adelantar a los suyos en el minuto 3’ pero Kaká pondría la igualada en el partido y metería el miedo en el cuerpo de todos los atléticos. A pesar de que ambos equipos peleaban de tú a tú, el turco Arda Turán volvió a adelantar al Atlético, y a partir de ahí fueron un vendaval. Raúl García y de nuevo Diego Costa cerraron la goleada, y clasificaron para cuartos a su equipo. En esta ronda tendrían que superar al Barça, el rival más fuerte posible a esas alturas del torneo. En la ida del Camp Nou, Neymar Jr adelantó al conjunto culé pero el cedido Diego Rivas enganchó un zapatazo que se coló por la mismísima escuadra de Víctor Valdés y le dio ventaja a los colchoneros para la vuelta en su estadio. En el Calderón, un solitario y tempranero gol de Koke le bastó al Atleti para alcanzar las ‘semis’.
Mientras tanto, el Atlético seguía soñando en liga a medida que avanzaban las jornadas, encadenando 9 victorias consecutivas, pero en la recta final de la temporada, el Barcelona empezó a alcanzarlos. Para llegar a la final de la Champions en Lisboa primero tenían que superar al Chelsea, y con un empate a gafas en Madrid, y una remontada en Londres con goles de Adrián, Costa y Arda neutralizaron el tanto inicial de Fernando Torres para conseguir su billete a Portugal. Con la presencia en la final asegurada, el Atlético se dejó alcanzar por el Barça en las últimas jornadas y llegaron al último encuentro del campeonato dependiendo de sí mismos, pero teniendo que ganar a su perseguidor, el Barça del ‘Tata’ Martino. Aléxis Sánchez adelantó a los blaugranas y les daba por el momento el título de liga, pero tuvo que aparecer el charrúa, el ‘mariscal’ Godín para marcar a la salida de un córner y darle La Liga 13-14 al Atlético de Madrid, su primer trofeo liguero en 18 años.
Llegaron el 24 de mayo a la final de Lisboa pudiendo presumir de que su rival no fuese el favorito en esta ocasión, algo que no vivían desde hacía tiempo. El partido no se les pudo poner más de cara, ya que Godín abrió en el minuto 36 con un cabezazo el marcador, tras una mala salida de Iker Casillas en un córner. Pero cuando parecía que iban a ganar su primera Champions League, su primera ‘orejona’, apareció Sergio Ramos para empatar el partido en el 90+2’. Este gol fue un tremendo mazazo para el equipo del ‘Cholo’, que ya no se supo levantar y fue pisoteado por el conjunto merengue con un doloroso 4-1.
Con esta magnífica temporada, en la que si no fuese por el buen momento del Real Madrid podrían haber aspirado al triplete, se consolidó el ‘cholismo’, ya que entre la afición empezaron a idolatrar al argentino, que hoy en día aún sigue al mando del equipo. Parece que se va acercando el momento de que haya un cambio o revolución en el banquillo atlético, pero quedará por siempre en el recuerdo todo lo que aportó Simeone al Atlético de Madrid, a la altura del mismísimo Luis Aragonés.