Tras otro mal comienzo de temporada, se empieza a agotar la paciencia con Córdoba.
Casos como el de Iñigo Córdoba vemos a diario desde las gradas de San Mames. Cachorros que quieren crecer e irse a jugar con los mayores, pero que por diversos factores, acaban saliendo del club más pronto que tarde. La peculiaridad en el caso de Córdoba es que, tras más de dos años en la absoluta vulgaridad y para la sorpresa de todos, aún sale al césped como titular cada domingo.
Desde que el natural de Bilbao llegó a Lezama en la temporada 14/15, ha jugado un año en el C.D. Basconia y otros dos en el Bilbao Athletic, incorporándose al primer equipo en la temporada 17/18. Durante su estancia en Bilbao, ha dejado hasta el momento un total de 9 dianas en 152 partidos, convirtiendo un solo gol en los 65 partidos que ha disputado en la máxima categoría. Números que dejan gélidos a los aficionados.
El mosqueo con el extremo izquierdo de 22 años empieza a ser notable, y no es para menos. Sus escasos registros goleadores sumados a unas actuaciones totalmente intrascendentes (en el mejor de los casos) hacen que muchos nos preguntemos cada mañana el porqué de su continuidad en el 11, a la vez que le suplicamos a Garitano para que empiece a transferir parte de esa sobreconfianza a jugadores como Larrazabal.
Si en algo se puede apoyar el técnico vizcaíno es en la poca profundidad de la plantilla en el ala izquierda. Tras el decepcionante retorno de Ibai, el cual está practicando el peor futbol de su carrera, el número de candidatos al puesto está bajo mínimos. Aun así, no es suficiente excusa para un técnico que lamenta partido tras partido la falta de acierto de cara a portería, para después mantener partido tras partido como titular a la antítesis del gol.
Sus razones tendrá Garitano para confiar ciegamente en Córdoba, es el entrenador y le pagan por ello, pero lo que es seguro es que los aficionados de a pie no compartimos su criterio para valorar a uno de los jugadores más criticados y cuestionados de los últimos años en San Mames.