El RCD Mallorca, que se encuentra en la temporada de su gran retorno a Primera, tuvo que vivir un verdadero infierno para volver a la élite del fútbol español
Hace poco maś de tres años, el R.C.D. Mallorca se encontraba en una de las peores etapas de su historia. En aquel momento, la salida se iba haciendo cada vez más estrecha y todo parecía llegar a su fin. Sin embargo, de la mano de unos héroes sin capa ni superpoderes, el club acabó consiguiendo algo insólito e inesperado: dos ascensos en dos años, volviendo así a la categoría más alta del fútbol español.
Allá por 2017, el conjunto bermellón ya sumaba cuatro temporadas consecutivas en la Segunda División. El espíritu de equipo, el trabajo constante y el compañerismo fueron valores que, poco a poco, se fueron disolviendo. El Mallorca no conseguía muchos puntos y la situación se complicó.
El equipo comenzó a rascar unos pocos empates y alguna que otra victoria, pero ya era demasiado tarde. La temporada estaba a punto de terminar y los jugadores no aportaron lo suficiente para conseguir la permanencia. Todo ello culminó en algo desgarrador para los aficionados: después de décadas y décadas, el club volvería a jugar en las categorías semiprofesionales.
Los mejores jugadores de la plantilla abandonaron el Mallorca y la mayoría del cuerpo técnico y de la directiva también se fueron. Así pues, un club grande con mucha historia y un buen palmarés se quedaba reducido a migajas. Si a mitad de temporada, cuando aún era posible mantenerse en la categoría, ya había poca esperanza, ahora era insostenible.
Primero de todo, se tuvo que buscar un entrenador con coraje, valentía y las ideas claras. El elegido fue Vicente Moreno, exentrenador del Club Gimnàstic de Tarragona, quien escogió a Dani Pendín como su mano derecha. Ambos técnicos se conocían de antaño y, por lo que se vería en las venideras temporadas, eran la pareja perfecta.
Comenzaron a realizar algunos fichajes de nivel medio, aunque lo verdaderamente importante era la lealtad y el compromiso de esos mismos jugadores. La base del equipo estaba formada por algunos mallorquinistas de corazón, como Abdón Prats, Joan Sastre o Xisco Campos; y otros deportistas que habían jugado en la élite del fútbol español, como Salva Sevilla o Antonio Raíllo.
Ya empezaban a girar los nuevos engranajes del equipo balear. La pretemporada dejó buenas sensaciones de cara al próximo reto, que no era otro que ascender a la Segunda División lo antes posible. Además, se respiraba un ambiente totalmente distinto al de la temporada pasada: positividad, competitividad y ganas de demostrar valía.
Todo ello quedó reflejado en las primeras diez jornadas, pues el Mallorca ya era líder de la competición y uno de los favoritos para el título. De hecho, ningún equipo fue capaz de arrebatarle esa posición al conjunto dirigido por Vicente Moreno en lo que restaba de temporada. Por ello, el club se aseguró un pase para la promoción de ascenso a la división de plata.
El rival a batir fue el Mirandés, equipo que también optaba por volver al fútbol profesional. En el partido de ida, el Mallorca consiguió ganar en Son Moix gracias a los goles de Lago Junior, Antonio Raíllo y Aridai Cabrera. Para la alegría de todos, en el partido de vuelta se consiguió un empate a cero, asegurando así el regreso a la segunda división.
Los jugadores que rindieron bien esa temporada siguieron en el equipo e, incluso, se realizaron fichajes de mayor nivel: Martin Valjent, un central esloveno, y Ante Budimir, un delantero de la liga italiana.
El Mallorca comenzó ganando su primer partido al Osasuna, equipo que acabaría consiguiendo el título esa misma temporada. Las sensaciones de la plantilla jugando en Son Moix fueron las mejores, aunque cuando tocaba jugar como visitante todo se complicaba. Esa era la mayor debilidad del equipo balear y, teniendo en cuenta que la mitad de partidos en una temporada se juegan fuera de casa, suponía un grave problema.
Aún así, con ese hándicap, el conjunto de Vicente Moreno realizó muy buenas actuaciones y se consolidó en los puestos altos de la clasificación. De hecho, el objetivo inicial del club era conseguir la permanencia para así consolidarse en el fútbol profesional; pero, debido a las buenas circunstancias de los jugadores y del cuerpo técnico, se podía comenzar a mirar más allá. En otras palabras, se empezaba a ver viable, de nuevo, otro ascenso.
Finalmente, el Mallorca consiguió entrar en la promoción de ascenso a Primera División, al igual que el año pasado. No obstante, se tuvo que sufrir mucho, pues se ganaron varios partidos en los últimos minutos y el equipo quedó quinto en la clasificación. A diferencia de la temporada anterior, esta fase de eliminatorias era con cuatro aspirantes: Mallorca y Albacete, y Deportivo de la Coruña y Málaga.
El Dépor esperó al Mallorca en la final, quien acabó ganando al Albacete por un global de dos a uno. En Riazor, el conjunto gallego arrasó a los bermellones con una diferencia de dos goles. Sin embargo, y como bien advirtió Abdón Prats, la eliminatoria aún no estaba perdida. En Son Moix, el club balear protagonizó uno de los mejores partidos de la década: remontó gracias a los goles de Ante Budimir, Salva Sevilla y Abdón Prats. Toda Mallorca gritaba de euforia y lloraba de emoción.
Así pues, Vicente Moreno, de la mano de Dani Pendín y de los jugadores de la plantilla, se convirtió en el verdadero héroe del R.C.D. Mallorca al conseguir dos ascensos consecutivos hasta llegar a la élite. Sin duda alguna, una gesta que se verá contadas veces en el fútbol español.