Las dos claves de esta buena racha de la Real Sociedad.
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La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar.
Esta frase del genio Albert Einstein podría definir sencillamente el caso de esta Real Sociedad en el inicio liguero. Con una maravillosa imagen en Mestalla y Son Moix, donde el equipo brilló con luz propia, donde los pilares del equipo comandaban el barco y cuando finalmente parecía haber llegado la fiabilidad que tanto rogaba la afición, llegó el duro golpe de San Mamés. La euforia desatada tras las dos primeras victorias se truncó en aquella noche del 30 de agosto en Bilbao. Los viejos fantasmas del pasado, que tanto han perseguido al cuadro vasco, volvían a aparecer esta vez en forma de cuestiones: ¿defraudará una vez más la Real? ¿Cuál es el verdadero objetivo del equipo? Dudas que inevitablemente reaparecen cada campaña.
La sencillez, clave.
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¿Quién diría que la Real saldría de su propio campo con un balón largo? Sinceramente, algo inesperado, pero a su vez necesario. La Real que tanto se complicó en San Mamés a la hora de salir jugando con balón parece que ya ha dejado atrás sus errores y ha encontrado una manera más efectiva de hacerlo sin correr tantos riesgos, algo que sin duda ha penalizado al conjunto txuriurdin en más de una ocasión. La prioridad siempre es salir en corto, con los centrales bien abiertos, los laterales pegados a banda y con Zubeldia incrustado en la media luna del área. Merino y Ødegaard también se ofrecen a recibir el balón en posiciones más adelantadas.
Letales en el contragolpe.
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En esta faceta desempeñarán un papel importante los nuevos fichajes. Tanto Portu, Ødegaard y Isak son tres auténticos velocistas que cuando el partido está atascado, pueden resultar una vía de escape para un equipo que está acostumbrado a madurar las jugadas. Claro ejemplo de esto lo tenemos en Mallorca, donde los tres jugadores anteriormente mencionados dieron la victoria a una Real que tiró de banquillo para dar velocidad al equipo.