Desde su etapa de ostracismo con Solari, el nivel del juego de Isco está siendo paupérrimo y la afición está perdiendo la esperanza en él.
Dicen que quien tiene magia no necesita trucos e Isco tenía magia. Cuando el malagueño cogía el balón el aficionado madridista solamente podía soñar con lo que podía pasar y, aún así, se quedaba corto. Si el fútbol es diversión, durante dos años Francisco Román Alarcón Suárez fue uno de los mejores jugadores del mundo.
Sin embargo, lejos quedan aquellos años de magia en los que el público del Bernabéu disfrutaba de los malabarismos del 22. No hay más magia para los merengues, que la echan de menos en un momento en el que el equipo no está desplegando precisamente su mejor fútbol.
Todo comenzó con una lesión. A priori el problema solo iba a durar unas semanas, pero ha terminado postergándose dos años. Aquella lesión del conocido por sus compañeros como “magia” duró hasta aquel tétrico clásico en el que el equipo perdió por 5-1 ante el eterno rival. En ese partido reaparecía Isco con unos kilos de más y una actuación más que discreta.
Lejos de ir a mejor, como esperaba toda la afición, la situación se puso peor para el medio ofensivo. Con la destitución de Lopetegui llegó Solari, quien no tuvo la mejor de las relaciones con su jugador. El argentino llegó al equipo con una idea futbolística muy clara, en la que Isco no tenía cabida. El entrenador buscaba un Real Madrid fundamentado sobre un 4-3-3 inamovible y un juego de transiciones veloces, incompatible con el delicado (y lento) juego de “magia.
La mala relación con su entrenador y la pérdida repentina de protagonismo sobre el campo llevaron a Isco a echarse a perder. Su implicación con el equipo era nula y de ello se hicieron eco los medios de comunicación, con lo que el mago perdió el favor de su público.
Pese a todo, cuando el jugador ya se veía más fuera que dentro y Guardiola y el Manchester City se frotaban las manos, llegó Zidane por sorpresa. Había vuelto su gran valedor, el técnico que había acabado con la BBC para darle un hueco en el once. Ya en su primer partido contra el Celta de Vigo le dio una oportunidad y el malagueño marcó, aunque su juego tampoco fue el mejor (como el de todo el equipo). No obstante, este protagonismo se fue diluyendo con el tiempo a medida que Zidane se daba cuenta de que el estado de Isco no era el ideal.
Terminó la temporada y empezó uno de los mercados más importantes de los últimos años para el Real Madrid. En esta ventana de traspasos Zidane renunció a dejar salir al malagueño, que tampoco tuvo demasiadas ofertas.
Estos han sido los antecedentes de la situación actual de Isco. Solamente de ciento setenta minutos ha dispuesto el jugador esta temporada y todos en Liga y ha sido titular en dos partidos, contra el Valladolid y el Mallorca, en los que el equipo ha dejado escapar 5 puntos (empató y perdió respectivamente). Por otro lado, salió de suplente contra el Celta (15′) y Granada (21′). Cabe destacar que si bien ha disputado pocos minutos esta temporada, lo cierto es que el jugador se ha perdido 5 partidos (450′) por una lesión en el músculo flexor de la pierna.
Ante todo, lo cierto es que estos números no son más que el resultado del mal juego que está desplegando. El mago ya no hace magia y el Bernabéu lo sabe. Cuando sale al césped el público más optimista espera un retorno similar al de Gandalf en El Señor de los Anillos, pero termina topándose con la realidad de un juego aburrido y sin brillantez. Con todo ello, el público se está impacientando mientras espera que el mago reaparezca.