El mediocentro brasileño es uno de los intocables del técnico francés. Acumula casi la totalidad de partidos a su espalda y no se puede ver un Real Madrid sin él. En su posición no hay otro futbolista mejor en el mundo.
Con 2370 minutos en lo que va de temporada, repartidos en 27 partidos disputados, el centrocampista defensivo suma cuatro goles y tres asistencias. En la presente temporada ha recuperado el nivel que en la anterior campaña no demostró y que le atestigua como uno de los mejores, sino el mejor, en su posición.
Para Zidane no hay otra opción como Casemiro dentro de su esquema. El carioca es su protector, con un poderío físico a la altura de muy pocos, un corte de balón muy correcto y una incansable oda a la lucha por el balón, se hace con el control de su zona partido tras partido. Además ha mejorado la salida de balón reduciendo mucho el número de pérdidas por partido.
La intensidad que pone al partido, que no agresividad como muchos quieren decir, se ve reflejada en la cantidad de balones que recupera, siendo el futbolista blanco con más robos por partido.
La única pega que se le puede poner, por llamarlo así, es que no tiene sustituto y eso es una faena. Cuando a Casemiro le toca cumplir sanciones o recuperarse de una lesión, el equipo nota muchísimo la baja. El 14 no tiene relevo.
La clave de este pico de rendimiento máximo del brasileño, donde además de ser defensivamente tan efectivo como años atrás, ha sumado una capacidad goleadora sorprendente se debe en parte a la compañía de Fede Valverde en el terreno de juego, pues el charrúa libera tanto a Casemiro que puede ser más llegador y tocar otras zonas del campo.
Parece que hasta que si Zinedine Zidane tuviese que ir a la guerra, sin lugar a dudas se llevaría a Carlos Enrique Casemiro.