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Fútbol Histórico: Matthias Sammer, el último Káiser

Matthias Sammer representó en los noventa la perfecta figura del líbero alemán, siendo además su último gran representante, llegando a convertirse en el segundo defensor en conquistar un balón de oro tras su compañero de gremio, el Káiser Beckenbauer

Nacido el 5 de septiembre de 1967, Matthias Sammer fue una de las figuras más destacadas nacidas en la antigua República Democrática Alemana. Concretamente desde Dresde, su ciudad natal, comenzó a dar sus primeras patadas. Con 9 años de edad pasó a formar parte de categorías inferiores del Dynamo Dresden, con quien crecería hasta llegar al primer equipo en 1985. Curiosamente su padre, el ex-futbolista Klaus Sammer era el entrenador del club, quien le dio la oportunidad de debutar al máximo nivel a un Matthias Sammer que ya apuntaba alto. Curiosamente lo hizo como delantero, y alcanzando la cifra de ocho goles en su primer año.

Un año más tarde, el 19 de noviembre de 1986 se produciría su debut a nivel internacional con la República Democrática Alemana. Lo hizo entrando desde el banquillo sustituyendo a Ulf Kirsten en la delantera ante la Francia de Platini. El partido acabó en tablas (0-0).

Matthias Sammer, en sus inicios con el Dynamo Dresden. Fuente: Twitter @olympia_vintage

A nivel de clubes, con el equipo de Dresden consiguió estrenar su exitoso palmarés, haciéndose con la Liga de la temporada 1988/1999, y revalidándola un año después con FDGB-Pokal incluida. Por si fuera poco, en la 1988/1999 hizo que el nombre de su equipo resonara por toda Europa tras alcanzar las semifinales de la UEFA. Sin embargo, la victoria en el global por 2-1 del VDB Stuttgart arrebató a los de Sajonia su sueño por una final europea.

Por otra parte, con la llegada de Eduard Geyer al banquillo de la selección, Sammer vivió la que sería su primera recolocación en un campo. Dada la competencia de la selección germanoriental en la zona de ataque, el técnico polaco optó por retroceder su posición hasta el centro del campo. No por ello sus cifras goleadoras se resintieron.

Con la caída del muro de Berlin (9 de noviembre de 1989), se facilitó la comunicación entre equipos de las dos Alemanias. Este hecho histórico le abrió la posibilidad de dar el salto a un grande del país.

La primera parada fue el Stuttgart. Conocido debido a su recuerdo en la UEFA, su fichaje se dio antes de comenzar la temporada 1990/1991. Emulando a Eduard Geyer, el entrenador del equipo germano, Christoph Daum, lo situó en el mediocentro, desde donde alcanzó la cifra de once goles en su debut. Un año después se convertiría en la piedra angular del Stuttgart campeón de la Bundesliga. Una vez terminada la temporada regular, y ya con la Alemania Federal y la RDA unificadas en la selección alemana, Sammer disputó su primer gran evento con su nueva selección en la Eurocopa de 1992. Desafortunadamente para él, la selección teutona cayó en la final por 2-0 a manos de Dinamarca.  

Sammer, con la selección alemana. Fuente: Twitter @DFB_Team_ES

Con ya casi 25 años, el nuevo Káiser ya era una de las grandes figuras del fútbol europeo. Debido a ello, los gigantes del continente comenzaron a tenerlo en cuenta como una opción real para sus plantillas. Entre todos ellos el caballo ganador acabó siendo el Inter de Milán. No obstante, su aclimatación al Calcio no fue la esperada, y en ese mismo mercado invernal se efectuó su vuelta a la Bundesliga.

Su nuevo destino sería el Borussia Dortmund. A razón de 8 millones de marcos (4,25 millones de euros), los negriamarillos se hicieron con los servicios del alemán. Allí, en Westfalia se consagraría como una auténtica leyenda, alcanzando su máximo esplendor tanto a nivel individual como en cuanto a títulos.

Después de medio año desde su fichaje, el preparador del equipo, Ottmar Hitzfeld decidió darle el brazalete del equipo, además de reconvertirlo en líbero. El germano veía en él el líder perfecto para liderar a un equipo aspirante a todo. A posteriori, la apuesta resultó ser de lo más acertada. El Borussia se hizo con las Bundesligas de las temporadas 1994 y 1995. Antes de ello, en 1994 se dio su primera y única participación en una Copa del Mundo. En una selección en la que destacaban los nombres de Lothar Matthäus, Jürgen Klinsmann o Andreas Brehme, Sammer fue una de las bases indiscutibles, siendo clave en la fase de grupos y en los octavos de final. No obstante, una lesión le impidió estar presente en los cuartos, donde la Bulgaria de Hristo Stoichkov echó del campeonato disputado en EEUU al conjunto germano.

Dos años más tarde, el nuevo líbero pudo sacarse la espinita con la selección, consagrándose campeón de Europa. Desde la citada posición, la presencia del nuevo Káiser fue fundamental para que Alemania se hiciese con la Eurocopa de 1996. Lo hizo tras ganar a la República Checa por 2-1, gracias al gol de oro de Bierhoff en el minuto 95 de la prórroga. En cuanto a Sammer, sus dos goles, sumados a una impecable actuación desde la zaga le valieron para ser galardonado como el mejor jugador del torneo.

Meses más tarde, le llegó el momento con el que miles de niños y no tan niños sueñan. Como reconocimiento a un excelente año, el alemán fue galardonado con el Balón de Oro de 1996 después de una votación muy reñida en la que superó al brasileño Ronaldo Nazario por 3 puntos. De esta manera, se convertía en el segundo defensa en lograrlo en toda la historia, tomando el testigo de su compatriota Franz Beckenbauer.

Su increíble año fue reconocido con la máxima distinción futbolística a nivel individual. Fuente: Twitter @nacionbvb

Parecía que el teutón ya había tocado techo. Sin embargo, su palmarés en cuanto a clubes necesitaba un título a la altura de su palmarés individual. Debido a ello, en la temporada 1996/1997, el Borussia se dispuso a todo. Con grandes nombres como Paulo Sosa, Jürgen Kohler o Júlio César en sus filas, el equipo de Westfalia fue superando etapas en la Champions League, dejando por el camino al Auxerre francés y al Manchester United tras acabar segundos en la fase de grupos hasta llegar a la final.

Ante ellos estaba la Juventus de Turín, gran favorita que contaba con estrellas de la altura de Zinedine Zidane, Christian Vieri o Didier Deschamps. No obstante, ante ellos estaba el Borussia del que Matthias Sammer se había hecho dueño y señor. A pesar de alguna que otra voz subida de tono con varios compañeros, el líbero consiguió hacerse con la confianza de un vestuario que le comenzó a ver como su auténtico líder, en el que el brazalete tenía un significado mucho más subrayado del que lo puede tener actualmente. Hombre apaciguado en la calle, pero que al vestirse de corto se convertía en toda una bestia, cuyas arengas ponían la piel de gallina.

Parecía claro. Sammer no iba a dejar escapar la opción de darle una Champions al equipo que le ficho como un gran jugador y le convirtió en una leyenda. Por ello, con el cacique al mando desde campo propio, el Borussia levantó la orejona tras imponerse al equipo italiano por 3-1.

Sammer, líder indiscutible del Borussia campeón de Europa. Fuente: Transfermarkt.es

Meses después, una serie de lesiones de las que no consiguió nunca sobreponerse acabó por retirarle prematuramente de las canchas en 1998, a la edad de 31 años. Para el recuerdo quedaban tres Bundesligas, una Eurocopa, una Champions League y un Balón de Oro, además del honor de haber sido elegido mejor jugador alemán del año en dos ocasiones (1995 y 1996). Una verdadera leyenda cuya carrera fue breve, comparándola con la de otros mitos, pero suficiente para hacerse un hueco en los libros de historia de este deporte, pues él fue el último líbero estelar que nos dejó Alemania.

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