El fichaje por el eterno rival del defensa sevillano a inicios de 1946 elevó al máximo la crispación entre la afición sevillista y la verdiblanca
En circunstancias normales, lo más común hubiese sido que el nombre de Francisco Antúnez pasase a la posteridad por haber sido el primer andaluz internacional con la selección española, además de uno de los centrales más destacados de los años cuarenta en la liga española. Sin embargo, el destino le situó en el epicentro de uno de los conflictos más vehementes entre dos de los equipos con mayor rivalidad en el mundo, el Real Betis y el Sevilla FC.
Primeros pasos y llegada al Real Betis
Antes de entrar en el meollo del suceso, es preciso entender los orígenes de este fiero defensor. Nacido en Sevilla en el año 1922 (1 de noviembre), fue en la barriada del fontanar donde Antúnez fue empatizando con el deporte rey, convirtiéndose poco después en uno de los jóvenes más destacados de un equipo infantil bautizado como “La Alegría de San Marcos” que causó furor en la capital hispalense. Debido a ello, un vecino cercano optó por cobijar al joven Antúnez bajo el seno del Sevilla FC. No obstante, la falta de oportunidades a nivel profesional, combinado con la firme apuesta realizada por parte de su vecino de Heliópolis en su contratación, acabó con el entonces defensor de 18 años portando la zamarra verdiblanca. A su paso, dejaba un amargo sabor de boca entre la familia rojiblanca que más tarde sería endulzado.
En su primera temporada en el Benito Villamarín (temporada 1941/1942), el club verdiblanco logró el gran hito del ascenso a Primera División. Por otra parte, su vuelta a la categoría de plata no se demoró en demasía, ya que un año más tarde se consumó su descenso. Por otra parte, el nombre y las aptitudes de Francisco Antúnez para el fútbol ascendían de manera exponencial año tras año, hasta llegar a erigirse como la piedra angular de un equipo, eso sí, en horas bajas.
Solo tres años después de su ascenso, el equipo presidido por Eduardo Benjumea se encontraba en una delicada situación deportiva y económica. El fantasma de la Tercera División rondaba el Villamarín, categoría impensable en la que competir para un jugador del calibre del jugador mencionado. Algo desolador para un equipo que había sido campeón de Liga en la temporada 1934/1935.
Estalla la guerra
Al otro lado de la orilla, el eterno rival atravesaba uno de los mejores momentos de su historia, luchando cara a cara por la Liga con el FC Barcelona de César Rodríguez. Sin embargo, el temor a una posible caída del equipo llevó al entonces presidente sevillista, Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas, a llevar a cabo la operación que marcó un antes y un después en la capital andaluza.A razón de 81.000 ptas., Francisco Antúnez, la máxima figura del Betis, cambió en enero de 1946 la elástica verdiblanca por la del eterno rival.
Eso sí, el proceso no fue para nada simple. El descontento de la hinchada bética con la decisión tomada por parte de su presidente llegó a las oficinas del resto de directivos, por lo que su presidente trató de corregir su decisión, en la que había primado el aspecto económico por encima del deportivo y, según su hinchada, del honor. A consecuencia, el caso acabó llegando a manos de la Federación.
Mientras esta deliberaba su decisión a tomar, tal fue el desconcierto acerca del jugador que el mismo fin de semana más inmediato al terremoto no se supo si jugaría en Tarragona con el Betis o en Madrid con el Sevilla hasta que saltó al césped del Bernabéu. Para comprender la repercusión de esta transferencia, cabe destacar que incluso la emisión castellana de Radio Moscú calificó la misma como un abuso por parte del capitalismo del equipo hispalense sobre la lucha proletaria bética.
Más tarde, tras recibir el beneplácito por parte de la Federación Regional Sur, el Real Betis hizo trasladar el caso al Delegado Nacional de Deportes. Por aquel entonces, el Sevilla FC ya era el nuevo flamante campeón de Liga. Antes de que la delegacia anunciase su decisión, los rumores apuntaban a una posible cancelación del éxito sin precedentes conseguido hacía escasos meses por parte del club sevillista, y que desde entonces no ha conseguido repetir.
Decisión controvertida y tregua final
Finalmente, la decisión salomónica tomada mantuvo la vigencia del título liguero obtenido, aunque ordenó la vuelta de Antúnez al Benito Villamarín. Sin embargo, en su retorno se encontró con un ecosistema de lo más hostil para él. Un equipo sumido además en una gran depresión luego de su descenso a Tercera. El fuerte crisma generado a raíz de los últimos acontecimientos acabó con Benjumea presentando su dimisión, dejando vacante un sillón demasiado perturbador.
Por otra parte, las continuas amenazas que sufrió el protagonista de este suceso acabaron por reunir a los dirigentes de los dos equipos más influyentes de Sevilla en la Federación Andaluza de Fútbol, con el objetivo de llegar a un acuerdo legal que esclareciese el futuro del defensa central. El acuerdo llegó, con lo que se convirtió a todos efectos en jugador del Sevilla FC. Allí permaneció hasta el año 1952, cerrando una gran etapa que le llevó a saborear el metal de una Liga y una Copa. En cuanto a su trayectoria internacional, llegó a defender los intereses de la selección española en cuatro ocasiones. Incluso llegó a participar en la Copa del Mundo de 1950, la del Maracanazo.
Sevillano por encima de todo
Luego de dejar el club rojiblanco tuvo un breve paso de dos años por el Málaga primero, y otro aún más breve en el Xerez. Sin embargo, su amor por la ciudad que le vio nacer y morir en 1994 era tal que prefirió colgar las botas antes que vivir alejado de su amada Sevilla.
José Mari, Juan Luis Redondo, José Carvajal,… fueron varios los que defendieron el escudo de los dos gigantes del fútbol sevillano. Incluso los que los dirigieron desde el banquillo. No obstante, ninguno de ellos causó tanta polémica y dividió tanto a una hinchada caracterizada por una rivalidad que traspasa fronteras.