El polivalente futbolista ha caído de pies en la dinámica del Athletic Club, firmando dos primeros notables meses como león
La pequeña revolución deportiva que está afectando al equipo bilbaíno está dejándonos varios nombres dignos de mención. Entre ellos, el de Álex Berenguer es uno de los que mayor reconocimiento merece. No en vano, el futbolista navarro ha conseguido en apenas dos meses hacerse con un hueco en los planes de Gaizka Garitano. Su llegada a San Mames ha supuesto la solución a todo aquello que venía reclamando la familia rojiblanca desde hacía varios meses. En sus botas, el preparador de Derio ha encontrado en Berenguer a un futbolista de banda, vertical, muy acertado en la toma de decisiones, e incluso con olfato de gol. Sus números con la camiseta rojiblanca son de dos goles y una asistencia en siete partidos. Para nada malos en un jugador recién llegado, y que ya es una de las armas principales de los leones en campo contrario.
Por si fuera poco, podría ser un recurso de lo más aceptable para suplir alguna posible baja en cualquiera de los laterales. Durante su año de explosión con Osasuna, su posición predominante estuvo ligada al carril diestro. Su buen papel en El Sadar en aquella temporada 2016/2017, sumado al descenso de los rojillos, provocó que desde Ibaigane se centrasen en atraerle a la disciplina de Lezama desde ya mismo, con apenas 22 años. Sin embargo, el jugador terminó decantándose por la propuesta deportiva del Torino.
Trasbordo inmejorable en el Torino
De la mano del histórico club italiano, el jugador fue puliendo sus prometedoras características hasta hacer de él el jugador soñado por cualquier entrenador, capaz de cumplir con elevada nota en varias posiciones. Desde los laterales hasta los extremos, pasando por la mediapunta. Evidentemente, Garitano no fue una excepción. Tampoco lo fue la directiva bilbaína, la cual vio en él un refuerzo interesante con el que renovar las ilusiones de la hinchada.
Luego del pago de en torno a 10 millones más uno y medio en variables, Berenguer cambió Turín por Bilbao, decisión de la que, a buen recaudo no se estará arrepintiendo. Por otro lado, y visto con perspectiva, la conclusión luego de esta operación parece haber dejado al Athletic como el verdadero ganador. A pesar de los tres años perdidos, quién sabe cómo hubiese sido la progresión de un jugador aún por cuajar en el fútbol de élite en el caso de haberle incorporado tan prematuramente a la dinámica del primer equipo. De modo que, a pesar de su demorada llegada, el vestuario de Lezama se ha encontrado con un hombre de 25 años cuya personalidad le ha hecho superar con creces las barreras de un vestuario tan poco habituado a recibir fichajes de este tipo como lo es el del Athletic. Además, ya se ha hecho un hueco en el corazón de una afición que ya pide su titularidad domingo tras domingo.