Tras dos duras temporadas, Alexander Zverev por fin consigue la regularidad y buenos resultados que necesitaba para aspirar al trono ATP
El actual número cuatro del ránking ATP es uno de los mejores jugadores en el panorama actual del tenis masculino. Una final de Grand Slam, cinco Masters 1000, un oro olímpico y una Copa de Maestros avalan al teutón. Pero no hay que dejarse engañar, la consecución de estos grandes títulos no ha sido para nada un camino de rosas.
Un inicio prometedor
Con apenas 16 años, Sascha se convirtió en profesional (2013), comenzando así su andadura en el circuito ATP. El alemán tuvo un prometedor inicio, mostrando un gran rendimiento de forma prematura, por lo que pronto le colgaron la vitola de joven promesa. Ya en 2016 se colocó entre los 20 mejores jugadores del circuito, cosechando actuaciones notables, hasta que en 2017 “explotó”.
Éxito irregular
Dos Masters 1000 (Roma y Montreal) y grandes victorias ante jugadores top-10 impulsaban al germano hasta el top-3 del ránking. Este éxito se prolongó durante 2018, cuando el joven alemán añadió a su palmarés el Masters 1000 de Madrid, así como la prestigiosa Copa de Maestros. Con Zverev pleno de confianza tras su victoria en Londres, se erigía como una clara alternativa al Big Three (Federer, Nadal, Djokovic) de cara a la temporada 2019.
Todo parecía indicar que Zverev continuaría con su buen rendimiento, extendiéndolo incluso a los Grand Slam, (donde hasta el momento no había podido tener regularidad ni buenos resultados), aunque la temporada 2019 para nada fue así. El germano, contra todo pronóstico, comenzó a hilar resultados mediocres con algunas estrepitosas derrotas en ciertos torneos. Una notable debilidad mental en ciertos momentos del juego, se trasladaba a pista en forma de errores no forzados, y sobre todo, muchas dobles faltas.
Tocado y hundido
A finales de agosto de esa misma temporada, se disputaba el US Open, último Grand Slam del año. Sascha comenzó con buen pie el torneo, alcanzando la final. En esta última ronda se cruzó con el austríaco Dominic Thiem, llegando a tener una ventaja de dos sets. Al inicio de la tercera manga, retornaron los fantasmas para Alexander. Muchos errores no forzados, dobles faltas y malas decisiones en momentos importantes llevaron al germano a desperdiciar su ventaja de dos sets, y por ende, a perder lo que hubiese supuesto su primer torneo de Grand Slam. Esta dura derrota convirtió (más aún) en carne de memes al jugador de origen ruso, producto de mofas en las redes sociales.
Un 2020 marcado por la pandemia del Covid-19 hizo que la mayoría de tenistas pasasen de puntillas por esta temporada, sin jugar muchos torneos, siendo esta una campaña de transición para el alemán. A pesar del mal trago que supuso este año 2020, Alex pareció aprovecharlo para cargar pilas de cara a la temporada 2021, donde está cuajando muy buenos resultados, gracias a su regularidad y mejora en el aspecto mental.
Resurgir de las cenizas
El Masters 1000 de Madrid, y el de Cincinnati, son solo una de las pruebas que muestran el gran rendimiento y la fortaleza de Sascha esta temporada. A esto hay que unirle sus buenas actuaciones y regularidad en los torneos de Grand Slam (algo que no había conseguido hasta ahora), destacando las semifinales de Roland Garros y US Open, así como su reciente victoria con el equipo europeo en la Laver Cup.
Como culmen a una temporada aún por terminar, se hizo la medalla de oro en los JJOO de Tokio. El alemán se deshizo de todos sus rivales sin apenas despeinarse, hasta que llegó su actuación estelar en semifinales, donde derrotó al número uno del mundo, y máximo candidato al oro, Novak Djokovic. Finalmente, en el último partido venció por un 6-3/6-1 al ruso Karen Khachanov, haciéndose con el oro y demostrando así que puede ser uno de los líderes del tenis masculino tras el Big Three.