Antes de empezar a disolverse como país, la selección de fútbol de Yugoslavia jugó su último Mundial, realizando un papel muy digno
En el año 1991, con la declaración de independencia de Eslovenia, Yugoslavia empezó a resquebrajarse. Las repúblicas que pertenecían al país balcánico empezaron a manifestar sus independencias y separarse. Posteriormente, toda aquella situación desembocó en las Guerras de los Balcanes, unos conflictos que se alargarían en el tiempo durante toda la década de los 90.
Pero un año antes del inicio de aquella tragedia, en 1990, la selección de Yugoslavia aún pudo jugar su última Copa del Mundo como país unido. Y, a pesar de estar viviendo tiempos turbulentos, su despedida como una de las selecciones más míticas del siglo XX no fue nada negativa.
Un equipo más abierto
Se veían ya cambios en el equipo que fue al Mundial de Italia de 1990. En anteriores ediciones, la gran mayoría de jugadores yugoslavos, por no decir la práctica totalidad, jugaban en clubes del mismo país, principalmente en los grandes, como el Partizan, el Estrella Roja, el Dinamo de Zagreb o el Hajduk Split.
Pero, en aquella temporada, aunque había jugadores que se mantenían en clubes yugoslavos (Stojković, Savićević o Prosinečki), otros como Vulić, Ivković, Sušić o Jozić jugaban en clubes del extranjero como el Mallorca, el Sporting de Portugal, el PSG o el Cesena. Es decir, se había producido un cierto aperturismo en el seno del país yugoslavo.
Síntomas de un país en crisis
Las tensiones que se palpaban dentro de Yugoslavia se empezaron a notar justo antes del Mundial. La selección yugoslava disputó un amistoso contra la selección de los Países Bajos justo antes del inicio de la Copa. El partido se disputó en el Maksimir, el estadio del Dinamo de Zagreb. Y Croacia era la república que más rencillas tenía con el proyecto yugoslavo.
De modo que, aunque Yugoslavia jugaba en casa, disputó el partido en un entorno hostil, ante un público local que les abucheaba y ondeaba banderas holandesas. En aquel amistoso, Yugoslavia perdió por 0-2 ante los holandeses. La situación no parecía presagiar nada bueno de cara al Mundial de Italia.
De hecho, cuando arrancó la Copa del Mundo, las cosas siguieron su dinámica negativa. La fase de grupos empezó de manera desastrosa, con una contundente derrota por 4-1 frente a la República Federal de Alemania, a la postre campeona de aquella edición.
Resultados para la esperanza
Sin embargo, en un arranque de orgullo y dignidad, la selección yugoslava dio un golpe sobre la mesa y se rehízo de las malas sensaciones. Dos victorias frente a Colombia (1-0) y los Emiratos Árabes Unidos (4-1) colocaron a Yugoslavia como segunda de grupo y le dieron el pase a los octavos de final.
En el minuto 78, Stojković anotó el 1-0 con un espectacular control dentro del área y fintando a un defensor español para superar a Zubizarreta. 6 minutos después, Julio Salinas conseguiría rematar en el segundo palo una gran jugada de toque del combinado español para colocar el empate de nuevo.
Cuando todo parecía ir encaminado hacia la prórroga, Stojković volvió a hacer acto de presencia anotando un espectacular gol de falta directa en el minuto 93, lo que derivó en el pase a los cuartos de final de la selección balcánica.
El final de la aventura, el final de Yugoslavia
Por desgracia, aquella selección no superaría los cuartos de final. Los yugoslavos se enfrentaron a Argentina y cayeron en la tanda de penaltis tras 120 minutos de empate sin goles. La historia de Yugoslavia en el fútbol internacional había acabado para siempre, aunque el mundo aún no lo sabía.
Teniendo en cuenta la inestabilidad política del país y las desavenencias que se empezaban a producir entre los habitantes de las distintas repúblicas, hay que reconocer que llegar a los cuartos de final (y con posibilidades reales de estar entre los 4 mejores) tuvo mucho mérito.
Apenas un año más tarde, comenzó la disolución. Y Yugoslavia desaparecería para siempre. Es cierto que hasta 2003 la federación que existió entre Serbia y Montenegro aún llevaría el nombre de Yugoslavia, pero no tenía nada que ver con la Yugoslavia original.
Aquel mismo año, 1990, Argentina hospedó también la Copa Mundial de Baloncesto. Y ahí, los yugoslavos se alzaron con el título, superando en la fase final a los dos gigantes del baloncesto, Estados Unidos y la Unión Soviética.
Esa es otra historia. Pero refleja a la perfección lo que fue Yugoslavia. Un humilde país de los Balcanes que se hizo un hueco en la historia del siglo XXI y que fue capaz, incluso en sus momentos más duros, de mostrar orgullo y dignidad.