La doble campeona de Grand Slam realizó un partido casi perfecto ante una Badosa muy tensa y buscará el primer título de las WTA Finals para el tenis español
Garbiñe Muguruza rozó la perfección en dirección a su primera final de la Copa de Maestras, en un duelo que tuvo en la mano desde el principio dominando a Paula Badosa (6-3 / 6-3, en 1h 26m). De este modo, Muguruza se convierte en la segunda finalista española en la Copa de Maestras, después de que Arantxa Sánchez Vicario alcanzase la de 1993. De menos a más en el torneo, la caraqueña acabó imponiendo galones y experiencia, y tiene a tiro un laurel de lujo.
Bien asentada en la pista, disparada la mano tanto de drive como de revés, horadó Muguruza la herida de su rival, cuyo lenguaje corporal evidenciaba las dificultades para encontrar respuestas a lo que le venía encima y reconducir el partido hacia su ritmo. Sufrió el empuje en los siguientes turnos de saque, y aunque fue sacando sus servicios, a la catalana se le hizo un mundo desbaratar el plan de Muguruza. Imposible recuperar la desventaja de ese primer break que fue suficiente para que el primer set cayera del lado de la cinco del mundo.
Muguruza acorraló a Badosa y firmó una manga impecable, incisiva en cada bola y con el cuchillo entre los dientes en cada resto. Dominadora, la cinco del mundo quiso dejar claro desde el principio que quien mandaba era ella. La ofensiva se tradujo en un martirio para la catalana, exigida todo el rato, ahogada, presionada en cada punto. Además, Badosa se encontraba adherida a una mala sensación que se le pegó como un chicle en la zapatilla.
Lo pasó mal y se torció pronto Badosa, alicaída y nerviosa, tardana en la carrera y mal en los apoyos; sucia la ejecución, demasiada pelota corta y demasiada al pasillo. Perdió finura y enseguida se encontró en un callejón sin salida, en una desagradable situación para una tenista que desborda al ataque y juega a disgusto en la fase defensiva. No acostumbra a ir a remolque, sino a gobernar, y esta vez hizo la goma. Se apropió del timón Muguruza y no lo soltó un solo segundo, agresiva e intimidatoria. Garbiñe, en su mejor expresión.
Si en el primer parcial fue clave la determinación de Muguruza, dio otra clase de entereza en el segundo. Ni siquiera cuando afrontó tres bolas de break en el tercer juego, se salió del patrón de juego. La pupila de Conchita Martínez seguía con la estrategia marcada: velocidad de golpeo y de piernas, dirección y potencia. Una y otra vez lo intentó Badosa, tremendo su tenis cuando encuentra el hueco, pero una y otra vez preguntó hacia su palco sin obtener respuesta cómo desestabilizar la serenidad de Muguruza, que solo bajó el ritmo para recuperar aliento cuando el marcador se iluminaba para ella con un 3-0.
Se desquitó cuanto pudo Badosa, recuperado un 0-40 en el sexto juego, en el que resistió al límite. Quería la catalana alargar el encuentro. Pero mostró Muguruza esa solidez que la impulsó al número 1 del mundo y a esos dos títulos de Grand Slam. No se dejó sorprender por esas cuatro opciones de rotura desperdiciadas y siguió castigando con latigazos profundos, hirientes, letales. Solo se relajó cuando el revés de Badosa que se quedó en la red le dio la victoria. Impuestos los galones ante Badosa en su primer encuentro en pista, Muguruza se gana la final de la WTA Finals. La caraqueña luchará, 28 años después de que lo intentara Arantxa Sánchez Vicario, por el título de maestra.