Tras varios meses rindiendo a un nivel pobre en el Atlético y un horrible comienzo en el Mundial de Catar, ya nadie se acuerda de aquel Rodrigo De Paul
Hace más de un año, allá por el 11 de julio de 2021, Argentina conquistó la Copa América contra la todopoderosa Brasil. Gran parte de la culpa la tuvo Rodrigo De Paul, quien firmó un torneo soberbio y se ganó el corazón de la albiceleste.
Fue esa actuación con Argentina la que le llevó a fichar por el Atlético de Madrid estando en el Udinese. Los 35 millones que se pagaron por aquel entonces estaban más que justificados. No obstante, y aunque empezó como un tiro, su rendimiento de unos meses a esta parte choca de frente con las expectativas que él mismo había autogenerado.
Ni rastro de aquel De Paul
Por suerte para los argentinos, ese paupérrimo momento de forma no se había extrapolado a la albiceleste. Hasta el 23 de noviembre. Fue comenzar el partido frente a Arabia Saudí y el De Paul de la Copa América se evaporó en un acto de brujería digno de Harry Potter. Como si de la noche a la mañana se olvidara de todas esas tardes jugando en la plaza.
No sé si es una cuestión psicológica o física, pero lo que sí es evidente es que su nivel tanto con el Atlético primero, como con Argentina después, ha decrecido gradualmente hasta convertirse en un jugador mediocre. Y no por cualidades, que las tiene, sino que hoy día está muy lejos de mostrarlas. Ni es capaz de aportar liderazgo en momentos de tensión, ni control de balón cuando hay que dominar a través del pase y tampoco pausa y clarividencia para escoger la mejor opción.
Lionel Scaloni, que tiene una fe ciega en De Paul, optó por darle continuidad en lo que sería la primera final del Mundial. Argentina debía ser más paciente que nunca y, sin embargo, jugó con los nervios de De Paul y no con la pausa de Enzo Fernández. Con 16 pérdidas, fue el mejor de México.
Decía Paulo Coelho: “El pasado nunca se va, le gusta esconderse en la música, en la calle, en los sueños, en los recuerdos, en la vida”. Y el De Paul de la Copa América parece que se ha escondido en nuestras retinas.
