El danés, que ante la irrupción de Cubarsí quedó en un segundo plano, ha sabido reinventarse para recuperar su sitio en el XI azulgrana
Andreas Christensen no es solo una figura destacada en el FC Barcelona, sino también una muestra de adaptación en el exigente mundo del fútbol. Durante el último tramo de la temporada, el danés ha demostrado su capacidad para amoldarse a una nueva posición, redefiniendo su rol dentro del equipo y emergiendo como una pieza clave en el esquema táctico de Xavi Hernández.
Equilibro y goles
Esta nueva faceta como mediocentro ha significado un cambio radical en el juego azulgrana. Con su presencia en el centro del campo, estrenándose ante el Alavés en Mendizorroza, el conjunto de Xavi empezó a ganar ese músculo y garra que tanto habían echado de menos esta temporada, sobre todo después de la grave lesión de Gavi, permitiendo que los jugadores más creativos pudieran “huir” de la base de la jugada para acercarse al área. Un cambio que sin duda ha mejorado el rendimiento colectivo, y que, además, ha destapado una faceta que no conocíamos del jugador, puesto que solo había marcado un gol desde su llegada la temporada pasada. En este último mes de competición ha logrado anotar tres goles claves, una cifra notable para alguien cuya principal tarea es detener los avances del rival, ante PSG, Real Madrid y Girona.
Polivalencia para asegurarse su futuro en el club
Con el verano al caer y las discusiones sobre el futuro de varios jugadores en marcha, tanto la directiva como el cuerpo técnico del cuadro azulgrana tienen motivos de sobra para considerar al danés de 28 años como una pieza importante para el próximo curso. La metamorfosis que ha experimentado, sumada a sus habilidades defensivas, técnicas, un gran compromiso y una notable fortaleza mental, son las grandes bazas de Andreas Christensen para seguir defendiendo la camiseta del FC Barcelona.
