En Croacia, en España y en todo el mundo, el mítico “9” Davor Šuker se convirtió en una leyenda del fútbol moderno por su calidad.
Davor Šuker, Šukerman o el mago. A día de hoy, Šuker es reconocido como uno de los mejores jugadores de la historia de Croacia. El delantero, siempre reconocido por su dorsal “9”, por su calidad con el balón y por ser un increíble anotador, se ha convertido gracias a su importancia y relevancia en presidente de la federación de fútbol de su país desde que se retiro en 2012 tras una carrera soñada por millones de niños que aspiran a ser un delantero de tal nivel.
El que fue el “9” de la selección croata por mucho tiempo, comenzó a jugar en el equipo local de su ciudad, en Primera División Croata, el Osijek en 1984, con tan solo 17 años de edad. Gracias a sus buenas actuaciones durante los cuatro años que estuvo, anotando 40 goles, hicieron que el gigante croata, el gigante de la capital, el Dinamo Zagreb, le fichara en 1989. Tras unos años en Zagreb, consiguió anotar 34 goles en 60 partidos, mostrando que estaba destinado a un club europeo grande. De tal manera estaba escrito el destino, que dos años después de llegar a la capital de Croacia y luego del inicio de la Guerra de Yugoslavia, Davor decidió dar un cambio de aires y viajar a España, donde firmaría un contrato con el Sevilla FC, en 1992, llegando como un desconocido al club de Maradona.
Su vida en Sevilla
Una vez en la provincia andaluza, Šuker no tardo en hacerse una leyenda del club y convertirse en un querido entre los aficionados. Tal fue su fácil adaptación, que en una entrevista que dio en abril de 2020 en “A Balón Parado desde casa”, destacó que solo le costó hacerse “a la temperatura y a los estadios de fútbol sin pista de atletismo de España“.
Su estancia en Sevilla fue de la más acogedora de su carrera y muestra de eso es el cariño que la afición le devolvía con cada gol de los 76 que anoto en el club rojiblanco y con cada galopada y calidad que mostraba con el balón. Además de remarcar el gol que anoto contra el Olympiacos en aquella UEFA del 1995/96, el delantero croata, empezó a destacar esta vez si, para ser objeto de miradas de los “grandes” de la época.
La séptima en Madrid
Cinco años tras su llegada a España, manteniendo en el club sevillista hasta 1996, decidió dar el paso y el mismo año, hizo oficial su traspasó al europeo más laureado, el Real Madrid. En Madrid, Šuker ganó, entre otros títulos, una Liga Española y Liga de Campeones en la temporada 97/98 (la tan esperada séptima que tardo en llegar a los aficionados madrileños 32 años). En el club blanco, repleto de estrellas nacionales y mundiales, logró hacerse un nombre y hacerse conocido en toda Europa en su mismo primer año. Tras tres campañas en el club blanco, marcadas por el desgaste de la edad, el delantero croata empezó con su periplo de final de carrera.
Croacia y su últimos pasos
En ese momento, mientras triunfada en el Real Madrid, participo con su selección en torneos internacionales. Venía siendo un fijo en las convocatorias. Había superado el problema de Yugoslavia, el problema de la guerra de los Balcanes y conseguido llegar sano a su primera competición mundial. Era 1998 en Francia y el conjunto croata, liderado por su delantero, Davor Šuker, consiguieron hacer historia. Los goles del que estaba siendo el hombre de momento, llevaron al conjunto croata a conseguir su puesto más alto en un mundial, que duro hasta 2018. Un tercer puesto que sabio a gloria pero que podía haber sido más. Una bota de oro del mundial que se quedo corta. Una participación que sorprendió al mundo.
Tras ocho años inolvidables en los que dejo huella en España, Šuker se marchó a jugar a la Liga Inglesa, primero en el Arsenal y después en el West Ham. Tras esto terminó su carrera de futbolista en Alemania, en el Múnich 1860. La leyenda croata que supuso un antes y un después en el fútbol croata, que marcó sobre todo al Sevilla FC por sus goles, que enseño al mundo de lo que eran capaces los jugadores de los Balcanes y que no eran solo juego duro, termino su etapa como futbolista y años más tarde, le dio una oportunidad a la dirigencia de la Asociación de Fútbol Croata. Calidad, magia y goles, son las palabras que mejor hacen justicia a su nombre al recordar su etapa como jugador.