Antoine Griezmann ilumina este enero la ciudad de las luces y las sombras, que no podía ser mejor refugio para un futbolista que, después de una larga travesía entre sus calles, todavía no es capaz de encontrarse, pero tampoco de perderse
Nada puede ser lo contrario de lo que es, escribía un maestro hace ahora un par de siglos. Y Griezmann, que en el Barça aún no ha descubierto ni su esencia ni el por qué al que aferrarse, desmiente ésta afirmación convirtiéndose cada fin de semana en una contradicción distinta.
El francés ha empezado el año olvidándose de la última versión que mostró allá hacia finales de diciembre. Un salto de apenas tres días entre el partido ante el Eibar y el siguiente ante el Huesca. Es lo que le ha bastado al francés para perder miedos y ganar adeptos a su causa. El principito ilumina este enero la ciudad de las luces y las sombras, que no podía ser mejor refugio para un futbolista que, después de una larga travesía entre sus calles, todavía no es capaz de encontrarse, pero tampoco de perderse.
Comienzo de año bueno
El francés suma cuatro encuentros en éste arranque de año, en los que suma un total de cuatro goles y tres asistencias con el conjunto azulgrana. Es cierto que el hombre tiende a la crítica ante lo que no le agrada. E incluso me atrevería a decir que en la mayoría de veces critica más bien a aquello que desconoce, a aquello que es incapaz de comprender. Ha habido motivos de sobra, por supuesto, para poner la mirilla en el fútbol del francés, un jugador irregular y tendencioso hacia la desaparición en momentos de extrema necesidad.
Sin embargo, el fútbol de Griezmann ha sido también una gran incógnita en Can Barça. Y bien es posible que suceda porque nadie hasta ahora haya sido capaz de comprenderle; y el hombre, que en la crítica tiene la lengua fina pero que en el indulto se vuelve víctima de la necedad, es incapaz a ratos de emitir elogios cuando el contrario los merece.
Antoine Griezmann suma en éste inicio de año cuatro goles y tres asistencias en cinco partidos con el FC Barcelona. Esto significa que ha logrado un total de siete participaciones directas en apenas veinte días. Además, con dos de ellas en forma de tanto en una final de la Supercopa de España en la que fue de los pocos que estuvieron metidos en el partido; de los pocos, guste o no, que sabía lo que el equipo se jugaba.
Aciertos o fallos
¿Exculpa su acierto este año la falta de apariciones en el tiempo que lleva en el Barça? No, en absoluto. Pero sí es síntoma de una necesidad de aceptación por parte del aficionado culé, que debe saber la estrella que hay escondida en ese ‘algo’ francés. Ese ‘algo’ que, pese a no encontrar todavía su sitio, rinde, aparece y, pese a las críticas, quiere generar.
La nueva posición en la que Koeman ha colocado sus piezas parece clave para una nueva reencarnación de Antoine Griezmann en las filas del Barça.
Los focos en Barcelona pesan tanto como una tarde de agosto en el mismísimo centro de la ciudad. El aire es espeso y cuesta a veces respirar. Las voces hablan más de la cuenta y, si eres incapaz de ignorarlas, los monstruos te devoran. Griezmann lucha de momento por cambiar las tornas. Lucha, una vez más, por ser él quien devore primero a los monstruos. Y después, salir a relucir con un brillo distinto que apague las luces y cambie el espectáculo.
Griezmann ha atrasado su posición con la vuelta de un 1-4-3-3 que ha reavivado a muchas de las piezas del holandés. El francés, en concreto, parte desde la banda izquierda para internarse la mayoría de veces en las posiciones de interior. Intercambia su posición con Pedri, Leo o, incluso, Frenkie de Jong, que ha reaparecido en su mejor versión con una enorme incidencia en ataque.
Quede escrito que no seré yo quien defienda el acierto en el fichaje del francés por el Barça. Un equipo, por cierto, que no encontrará nunca, por mucho tiempo que pase, lo que buscaba en él; pero quede escrito que, pese a la ingente cantidad de odio que recibe, sí creo que merece algo de cariño por parte de la afición.
Seamos sinceros, sensatos y justos. Griezmann todavía no es el que era, y quizá nunca lo será en Barcelona. Entiende el fútbol del club y confía en poder ser partícipe. Pero quizá, pese a su calidad, no será capaz de contener en sus cualidades todas las herramientas necesarias para triunfar aquí.
La ciudad de las luces y las sombras, de la niebla y las vías de tren a medias sigue haciendo su trabajo para que su equipo, rodeado siempre de tantos males, no olvide de dónde viene. Y Griezmann, que lleva dentro una calle a su nombre entre los dos bandos, sigue debatiéndose hoy día por si florece en el lado de las estrellas, o si se marchita en la avenida de las sombras.