Julen Guerrero fue la figura que marcó la década de los 90 y el principio de los años 2000 en el Athletic Club
Al margen izquierdo de la Ría de Bilbao, más concretamente en Portugalete, nació el 7 de enero de 1974 un niño que estaría desde muy pronta edad destinado a llegar al Athletic. Comenzaría jugando en el conjunto de su colegio, el Colegio Santa María. Con tan solo 8 años de edad, el Athletic Club se fijaba en el joven Julen Guerrero. El pequeño llegaría a Lezama en la mejor época del club, y se criaría viendo de cerca los últimos grandes títulos de la entidad rojiblanca. De esta forma, triunfar con el primer equipo se convirtió en su principal objetivo.
Un sueño de niñez
Con cada pasa de año fue saltando de categoría en categoría, dejando siempre destellos de una calidad superior a la de sus compañeros. En 1992, y con el alemán Jupp Heynckes en el banquillo, el joven cumpliría su sueño de llegar al primer equipo. Sería frente al Cádiz, en San Mamés y logrando la victoria por 2-1; que más podía pedir el joven. Tan solo dos semanas más tarde conseguiría estrenarse como león, anotando uno de los cuatro goles en la victoria por 4-2 frente al Rayo Vallecano. Este sería el primero de los muchos goles que Guerrero conseguiría con el Athletic. Esa temporada la finalizaría con 10 goles en los 37 partidos disputados.
La siguiente campaña conseguiría su mejor registro como goleador, anotando 18 goles en toda la temporada. Este buen año le llevó a convertirse en una de las principales figuras de la liga y en el buque insignia del conjunto bilbaíno. Las siguientes temporadas estarían marcadas por una exhibición de calidad del joven jugador vasco, demostrando ser uno de los jugadores más talentosos del fútbol español en los 90. El cachorro había conseguido su sueño de niño de convertirse en un autentico león.
El amor a un escudo
Desde muy joven, Julen Guerrero fue el principal valor con el que contaba el Athletic Club. Sus goles, sus asistencias y su calidad no pasaban desapercibidas; por ello algunos de los mejores clubs de Europa se interesaron por él cada verano. Desde Italia le llegaban los cantos de sirena de la Lazio, del AC Milan y del Inter de Milán. De hecho fueron los neroazzurri quienes hicieron por él una de las ofertas más surrealistas de la historia. Y es que los italianos ofrecían una importante cifra económica y el pase de uno de sus jugadores. El elegido para abaratar la operación fue Aron Winter, jugador holandés. Esta oferta fue rechazada de inmediato, pues la particular filosofía de fichajes del club bilbaíno le impedía realizar esta operación.
En España los dos grandes clubes se peleaban por hacerse con su firma. El FC Barcelona creía que su perfil encajaba con el de un mediocampista llegador que estaban buscando. Sin embargo, quien más interés mostró siempre fue el Real Madrid. Con Jorge Valdano como entrenador del equipo, Guerrero pasó a ser una de las prioridades del conjunto merengue. Y es que el argentino mantuvo varias llamadas telefónicas con el portugalujo con el objetivo de convencerle para que vistiese de blanco.
Julen era especial, y desestimó todas estas ofertas firmando en 1995 una renovación histórica con el conjunto rojiblanco. El futbolista extendió su contrato hasta 2007 con una cláusula de rescisión que ascendía hasta los 1.200 millones de pesetas. Aún así, el interés de alguno clubes no desapareció, siendo de nuevo el Real Madrid el más dispuesto a pagar dicha cifra. Guerrero rechazó todas las ofertas, permaneciendo hasta su retirada en 2006 en el club de su vida.
Consagración, selección y final no deseado
A mediados de los 90 Guerrero se confirmó como la gran estrella rojiblanca. Su nivel dentro del campo era espectacular, y desde Dani no se había visto un talento igual en el cuadro bilbaíno. Este buen rendimiento le llevó a ser también el capitán del equipo, logrando en la temporada 1997/98 la clasificación para la Champions League, al quedar subcampeones de liga. El portugalujo continuaba brillando con luz propia, siendo el referente del equipo y un líder del vestuario. Julen se convertiría también en una auténtica revolución fuera del campo. La masa social que el futbolista movía, así como la gran cantidad de fans que vibraban con él consiguieron que el Athletic obtuviese aún mas fama nacional.
Con la selección nacional debutaría en 1993 de la mano de Javier Clemente, y sería convocado al Mundial de 1994 disputado en Estados Unidos. En octubre del año 2000 sería su último partido como internacional, en un encuentro de La Roja frente a Austria. En total disputó 41 encuentros, anotando 13 tantos y participando en 2 Mundiales (1994 y 1998) y 1 Eurocopa (1996). Para el recuerdo quedan sus dos hat-tricks frente a Malta y Chipre. El portugalujo comenzó a contar con menos minutos en su club, desapareciendo también de las convocatorias del combinado nacional.
Y es que a partir de la temporada 1999/00 su protagonismo comenzó a decaer con la llegada de Luis Fernández. Con tan solo 26 años y siendo uno de los mejores mediapuntas de Europa, Julen Guerrero quedó relegado al banquillo. A partir de febrero de 2002 esta situación empeoró radicalmente, disputando tan solo 76 partidos en 4 años y tan solo 1 como titular. En 2005 y saliendo desde el banquillo culminaría la remontada rojiblanca ante Osasuna anotando el 4-3 después de acabar la primera parte 0-3.
En esta última fase de su carrera Julen anotaría su gol 100 con el conjunto rojiblanco con un lanzamiento de falta directa. También conseguiría anotar un gol olímpico que fue anulado. El defensor del Cádiz sacó con la mano y habiendo rebasado la línea de gol el disparo de Julen, pitando aún así penalti el colegiado. Finalmente el 11 de julio de 2006 anunció su retirada, rechazando a su último año de contrato. El portugalujo lo hizo entre lagrimas y después de una etapa final triste, habiendo disputado 14 temporadas y 372 partidos en Primera División. En total en toda su carrera jugó 430 partidos y anotó 116 goles.
Un futbolista diferente
En un conjunto como el Athletic Club, siempre nos han acostumbrado a productos de su cantera sólidos y con unas excepcionales cualidades físicas. Sin embargo, siempre nos deja alguna perla verdaderamente talentosa. Julen Guerrero destacó desde muy joven por su gran habilidad técnica, por su control del balón y su llegada a gol. Su posición natural era la de mediapunta, siendo una de las principales cartas ofensivas del conjunto rojiblanco.
Destacaba en gran medida por su llegada a gol y su frialdad de cara a puerta, siendo capaz de resolver con ambas piernas. Su buen golpeo le convertía en un especialista a balón parado y un increíble lanzador desde media distancia. Gracias a su inteligencia y buen primer contacto, el bilbaíno se aprovechaba de sus controles orientados para favorecer su rápido disparo. En su etapa inicial como futbolista era realmente rápido y habilidoso en el regate, destacando por su agilidad y capacidad para dejar atrás rivales. Con el paso de los años se convirtió en un jugador más estático aunque igualmente preciso en su golpeo.
El amor de San Mamés
Julen Guerrero no le falló nunca al Athletic Club, rechazando a los clubes más grandes por jugar en el club de su corazón. Esto fue clave para que la afición rojiblanca lo tomase como referencia. Dentro del campo era el mejor y fuera de él transmitía los valores de pertenencia y lealtad que tanto gustan en el aficionado al fútbol.
A pesar de su mal final como jugador rojiblanco, Guerrero siempre fue defendido por la grada de San Mamés. Y es que la parroquia rojiblanca estallaba en alegría con tan solo ver como su capitán salía a calentar. Esto, según palabras del propio Julen en una entrevista en Punto Pelota, fue «lo que más me ayudó en una mala época».