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El sueño de Colón murió en Asunción

Independiente del Valle se proclamó este sábado campeón de la Copa Sudamericana 2019, tras doblegar por 3-1 a Colón de Santa Fe en la primera final a partido único de la historia de la competición.

Llovía, y no cesaba la lluvia en Asunción. Lluvia que tapaba las lágrimas de los 40.000 hinchas de Colón. No era Santa Fe, era Asunción, era un sueño que cruzó fronteras, un cuento que acabó con el final equivocado.

El mayor éxodo de la historia del fútbol, 35.000 argentinos cruzaron la frontera paraguaya para vivir la primera final internacional en 114 años de historia de Colón de Santa Fe.

Duele perder una final, y más si es la primera en la historia del club, pero las lágrimas que se vieron en el Estadio General Pablo Rojas no eran solo de dolor. Eran lágrimas de emoción.

Puede que ahora no lo entiendan, pero ya lo valorarán. Desde que se clasificaron a la final de la Copa Sudamericana, han vivido 44 días en los que soñaron despiertos. Primera final internacional en 114 años. No fue Independiente ni Racing, tampoco llegaron Corinthians, Minerio o Santos.

Fuente: Twitter @sudamericana

Familias atravesadas por generaciones de abuelos, hijos, nietos, tíos y primos; amigos; parejas… Les tocó a los ‘sabaleros’ vivir esta final. Pero la guinda se cambió de pastel, Independiente del Valle fue mejor dentro del campo, que con todo un estadio en contra supieron llevar la copa a Ecuador, la primera en 69 años de historia.

La Nueva Olla fue el Brigadier López: no se registraba un movimiento tan grande de un club argentino al exterior desde que Racing llevó 25.000 personas a Montevideo para presenciar la final Intercontinental contra el Celtic irlandés.

El 9 de noviembre será un día para grabarse en la piel, pero en la memoria del que llegó en bicicleta, de los que cruzaron el balsa, del abuelo que estaba emocionado por cumplir su sueño, de los que esperaron 5 o 6 horas para cruzar la frontera, de los que acamparon en la Costanera, aparecerá como un recuerdo imborrable. Como un cuento para leer. Aunque la última página no haya sido la soñada.

La final tuvo un comienzo anticipado. Tocaron Los Palmeras y erizaron la piel de los hinchas de Colón al ritmo de «Soy Sabalero». Lágrimas de emoción en Paraguay, globos rojos y negros empezaron a elevarse hacia las oscuras nubes.

Fuente: Twitter @sudamericana

Al compás del «vamos sabanero» salieron al campo el Pulga Rodríguez y su tropa.

A su izquierda el conjunto ecuatoriano daba entrada a su primera final internacional. De fondo podíamos escuchar el tímido aliento de los 500 hinchas de Independiente del Valle que quedó sumido en un silencioso susurro, el susurro de un felino esperando a su presa.

Los nervios iniciales se vieron reducidos por una fuerte tormenta. El balón dejó de rodar, por culpa de los charcos formados, y el juego se vio paralizado. Fue aquí cuando se pudo ver qué equipo iba a dominar los compases del juego.

Fueron los 11 de Independiente los que supieron batir no solo a los humanos, sino también a la tempestad. Gracias a su ímpetu y sangre fría lideraron el juego, y es que un auténtico campeón debe vencer pese a encontrarse con la mayor dificultad.

Y como no podía ser de otra manera el marcador se abrió tras una jugada a balón parado. Cristian Pellerano mandó un gran centro hacia el punto de penalti, que aprovechó León para meter un cabezazo picado que acabó metiéndose entre las piernas del portero Leonardo Burián.

Fuente: Twitter @sudamericana

A la media hora de juego el colegiado Raphael Claus decidió suspender temporalmente el encuentro tras las fuertes lluvias que impidieron el trascurso de la final.

El parón acabó siendo positivo, en las gradas cesó la tensión, y lo mismo sucedió en el vestuario del club argentino. Los nervios pueden jugar una mala pasada, y es el equipo que sabe regularlos el que se lleva el trofeo a casa.

La segunda mitad acabó siendo un sube y baja de emociones. Desde la ilusión del penalti para Colón, hasta la desolación tras el fallo del menos esperado para hacerlo. Y es que en el momento menos esperado, llegó uno de los pocos fallos del Pulga’ Rodríguez, especialista en la ejecución que no tuvo su noche.

Fuente: Twitter @sudamericana

Las emociones seguían dominando lo que restaba de partido, y era de esperar que no encontraríamos con un final de infarto…

Llegó el gol que recortaba distancias en el descuento, convetido por Olivera.

Momento en el que retumbaría “oooh, yo soy de de Colón” que sonó más fuerte que nunca. Porque este equipo, durante toda la Copa, siempre dio un plus. Hasta que Dájome clavó el 3-1 sentenciando la final.

Sería un resumen incompleto si basase esta final en los 90 minutos de juego, sería injusto para todas las hazañas que hicieron los hinchas de Colón.

Fuente: Twitter @colonoficial

Lo luchó hasta el final el equipo argentino, una garra indiscutible basada en la ilusión de un «Equipo del Pueblo». Los ecuatorianos fueron mejores en el terreno de juego, eso es indiscutible, pero el ejemplo que nos deja Colón jamás será olvidado.

Ejemplo de lucha y persistencia, ejemplo de esperanza, y demostrado queda que en la vida podrás cambiar de todo, desde los amigos hasta la pareja, pero nunca podrás cambiar de pasión.

Una manifestación popular, una hazaña histórica que acabó con lágrimas; lágrimas de emoción.

Esa es la historia de los más de 35.000 argentinos que aplaudieron y cantaron bajo la lluvia a un equipo subcampeón, pero que les puedes tratar de ganadores

1 Comment

  • javier 11 Nov 2019

    Enhorabuena por el artículo. Es buenísimo, como si uno lo hubiera vivido en persona

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