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Historias de la F1: La década de los 70

Tras 20 años de Fórmula 1, la categoría reina cogió forma en los 70 con algunas de las mejores rivalidades de la historia

Continuamos con el repaso de la historia de la Fórmula 1. Ya hemos visto los inicios en los 50 y los 60, por lo que toca cambiar a la siguiente década, la de las rivalidades. Una década plagada de pilotazos cuyos nombres hoy en día todavía se recuerdan, de escuderías cuyos avances han pasado a la historia por haber cambiado el deporte y de campeonatos que se decidieron en el último momento.

Entre 1970 y 1979, diez años de Fórmula 1, vimos temporadas históricas, como el mundial de Jochen Rindt tras su fallecimiento, las rivalidades Fittipaldi-Stewart y Lauda-Hunt y los mundiales de Andretti y Jody Scheckter.

1970, el campeonato póstumo de Rindt

El campeonato comenzaba de la peor manera posible para Jochen Rindt y su Lotus-Ford. La primera carrera en Sudáfrica vio al piloto austríaco acabar en la última posición; se retiró a ocho vueltas del final por un problema de motor, pero al menos logró clasificar. Donde no pudo fue en la segunda cita, en España, cuando abandonó en la novena vuelta.

Sin embargo, la cosa mejoraría a partir de Mónaco: en seis carreras, logró ganar cinco (abandonó en la restante) y se creó un colchón enorme sobre sus rivales, en una época donde el ganador sumaba 9 puntos; el segundo, 6; y el tercero, 4. Con estos números, el abandono en su circuito local parecía no importar, pues iba con mucha ventaja, pero en Italia cambió todo.

En una época donde el piloto iba de todo menos seguro en el monoplaza, cada accidente podía ser fatal. En la entrada de la parabólica de Monza, el coche de Rindt falló y, a más de 250 km/h, se fue contra las protecciones laterales y comenzó a rodar.

Este accidente acabó costandole la vida al líder del mundial a cuatro carreras del final del campeonato, pero, gracias a su ventaja, ninguno de sus competidores pudo remontar. Así, Jochen Rindt fue el único piloto hasta la fecha en ganar el mundial de manera póstuma, es decir, tras haber fallecido.

1971-74, la dualidad Fittipaldi-Stewart

Tras sus dos mundiales y con el hueco en 1970, Sir Jackie Stewart volvió a lo más alto en 1971. Lo hico sobradamente, más de lo normal en aquella época, ya que se aseguró el mundial a tres carreras del final. Seis victorias en 11 grandes premios, con lo que terminó con 62 puntos, sobre los 33 de su perseguidor, el sueco Ronnie Peterson.

Por detrás, en la quinta posición de aquella temporada, un discreto Emerson Fittipaldi iba despuntando con el mismo Lotus que llevaba Rindt el año anterior. Una victoria en su temporada de debut ya dejaba claro lo que podía hacer el brasileño y, dos años después, lo demostró.

Logró ver la bandera de cuatros en 8 de las 12 carreras de aquel campeonato y en todas ellas estuvo en el podio: cinco victorias, dos segundos puestos y un tercero que le sirvieron para ser campeón sobre Stweart a dos carreras del final. De hecho, Emmo no puntuó en ninguna de ellas, Stewart ganó ambas y aun así terminó a 16 puntos.

Stewart y Fittipaldi nunca fueron rivales. Ellos eran amigos y, como tales, no se enfrentaban violentamente en pista. Sus encuentros sobre las cuatro ruedas eran milimétricamente calculados para evitar contactos y tener la lucha más legal posible. El inicio de la temporada 1973 dejó mucha igualdad entre ambos, ya que, salvo el retiro de Stewart en España, estuvieron ambos siempre en el podio.

Sin embargo, el Lotus de Fittipaldi sufrió muchos problemas de fiabilidad a partir de este momento y Stewart se fue alejando. De nuevo a dos carreras del final, el escocés se proclamó campeón del mundo por tercera y última vez.

Durante la clasificación del GP de EEUU, la última carrera de la temporada, François Clevert, compañero de equipo de Stewart en Tyrrell, fallecía en un terrible accidente. A causa de ello, Ken Tyrrell decidió retirar los monoplazas de la carrera y Stewart, fuertemente afectado por la muerte de su compañero, no volvería a correr en ninguna categoría de automovilismo.

La siguiente temporada, ya con Sir Jackie retirado, fue para Fittipaldi, que ganó, curiosamente, la más ajustada de lo que llevaban de década. Tan solo tres puntos le separaron al final del mundial de Clay Regazzoni.

1975-77, Hunt-Lauda y la rivalidad de película

Tras la dualidad Fittipaldi-Stewart, llegaría a la Fórmula 1 uno de los duelos más emocionantes e importantes de la historia: Niki Lauda y James Hunt. El cálculo contra la agresividad, la clase contra la habilidad, la precisión contra la confianza, el trabajo contra el talento.

Niki Lauda era un piloto muy meticuloso y preciso, que sabía a la perfección como conducir para ir más rápido. En 1974, a bordo del Ferrari, no pudo hacer mucho por problemas de fiabilidad, pero el año siguiente, con un coche ideal, nadie hizo sombra al austríaco: cinco victorias, ocho podios y un colchón de 19,5 puntos sobre Fittipaldi.

El año siguiente, James Hunt ficharía por McLaren y, con un coche competitivo, comenzó la batalla. En las ocho primeras carreras, Lauda ganó cinco y subió al podio en tres más. Hunt ganó dos y subió al podio en otra. La novena carrera, como todo aficionado a la Fórmula 1 sabe, decidiría el mundial.

El accidente de Lauda en Nurburgring fue clave en la lucha, puesto que el austríaco se perdió las siguientes dos carreras, momento que Hunt aprovechó para ganar una y ser cuarto en otra. Esto seguía siendo insuficiente para recortar la gran ventaja de Lauda, pero sí lo logró tras su vuelta.

Con el mal estado de Niki por las quemaduras, Hunt ganó dos carreras más y fue tercero en la última cita, cuando Lauda se retiró por no querer arriesgar su vida. En el peligroso GP de Japón, James Hunt se coronó campeón del mundo.

El año siguiente, las tornas cambiaron tanto como pudieron. El McLaren dejó de ser un coche fiable y Hunt no pudo sumar tanto como hubiese querido. Arriba de la tabla se situó Lauda con 72 puntos y sin disputar las dos últimas carreras. Finalizaba así el trienio dominado por esta rivalidad de película.

1978, Andretti y el fin de Lotus

Este año, a nivel técnico, fue clave en la evolución de los monoplazas. Por primera vez, un coche de carreras implementaba el efecto suelo, un plus aerodinámico que mejoraba la tracción en curva. Era el Lotus de Colin Chapman, el visionario de aquella época. Sus conductores, Mario Andretti y Ronnie Peterson, dejaron claro por qué era tan bueno: primero y segundo en el campeonato de pilotos.

Andretti cosechó seis victorias y una segunda posición. Logró terminar el campeonato con 64 puntos, aunque se fue con un sabor agridulce. A falta de tres carreras, su compañero perdía la vida en un accidente en Monza. De hecho, esto le otorgó el campeonato prematuramente, ya que era su máximo rival y el tercero ya no podía llegar al estadounidense.

Tras la victoria de Andretti en el mundial de pilotos y de Lotus en el de constructores, se cerraba un ciclo de oro para la escudería británica, que no volvería a ganar un campeonato. Era el final del equipo cuyos avances cambiaron la Fórmula 1 para siempre.

1979, el sueño africano

Por primera y única vez en la historia, un piloto africano ganó el campeonato del mundo de pilotos de la Fórmula 1. Fue Jody Scheckter quien lo logró en una temporada donde la rivalidad con su compañero, el legendario Gilles Villenueve, fue la constante en cada fin de semana.

Tres victorias para cada uno, aunque Scheckter logró puntuar en casi todas las demás carreras, con lo que terminó llevándose el campeonato por cuatro puntos.

Lo hicieron con la escudería Ferrari, la más grande de la Fórmula 1 sin ninguna duda, aunque hay un dato que destapa el mal momento de los de Maranello. Desde ese campeonato en 1979, nadie ganó un mundial con el cavallino hasta que lo hiciera Michael Schumacher en el 2000.

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