Primero fue Asenjo, ayer Mario y Moi, próximamente será el turno Iborra; finales difíciles, inesperados, pero sobre todo vacíos
Personalmente, no me gustan las despedidas. Un adiós nunca es fácil, menos aún si quien se despide ha dado tanto por ti. En este caso, por el Villarreal. Primero fue Asenjo, quien tras 9 años, decidió poner rumbo hacia su otra casa, Valladolid. Ayer Mario y Moi dejaron atrás toda una vida como groguets, Watford y Pamplona les aguardan. Próximamente apunta a ser Iborra, al que Valencia, concretamente el Levante, le espera con los brazos abiertos. Con ellos se va un trocito mío, nuestro, de la afición.
Supongo que en algún momento tenía que llegar. Es ley de vida. Todo principio tiene su final. Pero hay formas y formas de decir adiós. Y sí, cierto es que deportivamente no ha estado mal: una Europa League, unas semifinales de Champions y una clasificación para la Conference League. ¿Existe mejor forma de cerrar una etapa?
Sin embargo, esperaba algo más. Las despedidas por redes son vacías. Instagram y Twitter entretienen, pero no emocionan. ¿Os imagináis a Joaquín despidiéndose del Betis a través de un simple comunicado? Cuidemos a las leyendas, démosle el final que merecen, se lo han ganado.
Nos pasamos la vida buscando gente leal, que apueste por nosotros, que nos ayude a levantarnos si caemos, que celebre nuestros triunfos como si fueran suyos. ¿Acaso no podría ser esta la definición de Mario? De amarillo en Champions, en Gdansk, en Primera, pero sobre todo, en Segunda. 15 temporadas y 424 partidos después solo podemos darle las gracias. Hasta pronto, capitán.
¿Y qué me decís de los sueños? Es bonito soñar, pero más bonito es ver como el sueño se hace realidad. Si no, que se lo digan a Moi. Tuvo que pasar por Getafe, Gijón y Huesca para tener la oportunidad de volver. Volvió para jugar en su casa, ser importante, y tocar el cielo en Gdansk. Porque las segundas partes nunca fueron buenas, hasta que llegaste tú. Suerte, Moi.
No está de más acordarse de Jaume Costa, ahora en Mallorca, quien tampoco tuvo el adiós que merecía. Pero Villarreal, por favor, ya vale de despedidas. No me gustan. Este verano ya he tenido bastantes.