El actual entrenador de la selección española, ex entrenador del FC Barcelona, salió del club en 2017 tras varios encontronazos con jugadores de peso en el vestuario, que criticaban sus planteamientos
Esto viene de largo. El Barça no es lo que era. De hacer temblar Europa a ser el hazmerreir de esta, yendo de humillación en humillación en los últimos 3 años.
No obstante, Luis Enrique fue de los primeros en percatarse que ciertos jugadores ya no debían tener el peso que tenían y fue esta una de las causas de su dimisión, el verse impotente ante un vestuario que manda más que el mismo entrenador y que se ha vuelto indomable.
La debacle en Turín, primer aviso
Tras superar al PSG en octavos de final de Champions, con una grandiosa remontada en el Camp Nou en la que el equipo se sobrepuso al 4-0 encajado en la ida ganando 6-1, el conjunto culé se enfrentaba a la Juventus de Turín en cuartos.
La ida se jugó en Italia, con Mascherano haciendo de pivote y siendo uno de los responsables del desastre. Sin embargo, fue sin duda el equipo al completo quien no dio la talla y así lo hizo saber el técnico en rueda de prensa, definiendo a la Juve como un equipo “muy superior al nuestro en intensidad”.
Pese a que lo hizo saber en rueda de prensa, en su día hubieron varios medios de comunicación que desvelaron la conversación que se dio en el vestuario entre el técnico y los jugadores, siendo uno de los señalados por el técnico Gerard Piqué.
“La culpa es del planteamiento”, primera mentira
La mentira que nos creímos todos fue el principal argumento del central catalán en la discusión con Luis Enrique, argumentándole que su planteamiento táctico no fue el adecuado.
Tras esta discusión, la relación entre el técnico asturiano y el vestuario terminó por romperse y fueron las “vacas sagradas” quienes tomaron el control del equipo.
En defensa de los jugadores, se desató una campaña que termino de lapidar a Luis Enrique, preguntándole constantemente sobre el dichoso planteamiento ante el conjunto italiano a lo que él terminó por aclarar que “ante la Juventus no me equivoqué en nada”.
Roma, 3-0 y al carrer
Turín puede parecer un caso aislado, puede parecer un simple divorcio entre entrenador y vestuario, pero cuando te vuelve a ocurrir el año siguiente con Ernesto Valverde, lo mínimo es plantearse que el problema puede estar en los jugadores.
De hecho, 8 jugadores se repiten en ambos partidos: Ter Stegen, Piqué, Umtiti, Sergi Roberto, Rakitic, Iniesta, Suárez y Messi.
No es casualidad que casi el mismo equipo, con un planteamiento distinto vuelva a fallar y vuelva a salir humillado por segundo año consecutivo. No es cuestión de planteamiento, es cuestión de equipo, de ganas, de intensidad, de querer ganar una Champions que a muchos de los jugadores no les importa perder.
“Los jugadores llegaron cansados”, segunda mentira
Pues en lugar de decir la verdad, de asumir que hay jugadores que ya no debían seguir, de saber que un ciclo maravilloso de la historia del Barça ha terminado, las culpas se dirigieron esta vez a Ernesto Valverde, el cual fue criticado por el trabajo físico del equipo y se le echó en cara que los jugadores no llegaron físicamente al 100%.
Mentira tras mentira y humillación tras humillación por no querer asumir que el equipo está acabado. Cierto es que no llegaron bien físicamente, pero tuvo que ser Malcom desde Rusia quién advirtiera de que en su periodo en el Barça “solo se entrenaban 40 o 50 minutos”.
¿Cómo esperas llegar bien a un partido entrenando 40 o 50 minutos durante toda la temporada? Se normalizó la dejadez, la falta de esfuerzo y de compromiso y Ernesto Valverde supo verlo y supo ponerse al vestuario de su parte para continuar en el cargo.
Hay un dicho en el mundo del fútbol que dice “se juega como se entrena”. Si se entrenan 40 o 50 minutos, es imposible rendir en un partido de máximo nivel y así lo viene demostrando el equipo.
Anfield, 4-0, el córner de la vergüenza
Cuando llevas 2 años consecutivos siendo humillado en Champions y vuelves a jugar con 7 jugadores que jugaron en Roma, ¿qué esperas que ocurra?
En efecto, Ter Stegen, Piqué, Sergi Roberto, Busquets, Rakitic, Suárez y Messi fueron titulares tanto en Roma como en Anfield y para sorpresa de todos, se volvieron a ir a casa con una humillación para el club y para toda la afición.
La imagen del córner quedará para la historia, pero no hay mejor imagen para describir la falta de intensidad y la falta de ganas por ganar la Champions. Sin intensidad no se va a ninguna parte y parece que se tiene que volver a la base del fútbol para explicarle a estos jugadores lo que hay que hacer para ganar.
“Tuvimos mala suerte, la pelota no entró”, tercera mentira
Aunque parezca sorprendente, tras 3 humillaciones seguidas en Champions, el vestuario se seguía justificando y mantenía el discurso de siempre: echarle la culpa a algo o a alguien.
En este caso no iba a ser al entrenador, porque ya les hacia un favor con las sesiones de 40 minutos de entreno. Por ello, Sergio Busquets dijo en zona mixta que “hemos tenido alguna ocasión y bastante control, pero ellos son un gran equipo”.
Resumiendo, una nueva excusa para esconder que los jugadores ya no tienen el nivel ni físico ni mental para afrontar una temporada completa y mucho menos para ganar una Champions.
Lisboa, 2-8, ¿y ahora qué ha pasado?
Cuando te meten 8 en cuartos de Champions no tienes absolutamente ninguna excusa. Ni Turín, ni Roma ni Anfield pueden ni siquiera acercarse a la humillación que le propinó el Bayern al Barça el pasado viernes.
El equipo alemán pasó por encima del conjunto catalán y aunque parezca sorprendente, habían 9 jugadores que participaron en la humillación de Anfield.
Ter Stegen, Piqué, Lenglet, Alba, Sergi Roberto, Busquets, Arturo Vidal, Suárez y Messi repetían en el 11 titular que se enfrentó al Liverpool en semifinales del año pasado. Ya no es casualidad, ya no es el planteamiento, ya no es el entrenador, esto va mucho más allá.
“Es una vergüenza, el club necesita cambios estructurales”
Por mucho que Gerard Piqué sea uno de los responsables de que el club esté como esté, tiene razón y parece que se ha dado cuenta de que se necesitan cambios de todo tipo.
Parece ser que dos 3-0 consecutivos y un 4-0 al año siguiente no son suficientes, pero se ve que el 2-8 ha hecho despertar a algún que otro jugador para darse cuenta de que están destrozando el trabajo que se ha venido haciendo durante años.
Piqué se ofrece a irse si es necesario, y lo es. Es momento de que jugadores, que han dado todo por el club y han sido los creadores de una de las etapas más bellas del club junto con Guardiola y Luis Enrique vayan diciendo adiós y den paso a una nueva generación.
Ronald Koeman, ¿cambiará las cosas?
Koeman ya dijo hace tiempo que jugadores como Piqué, Busquets, Suárez y Messi ya tenían una edad que no les permitía rendir al máximo, por lo que había que sustituirlos.
Parte de la afición se ha cansado de promesas en vano y espera que sea Koeman quien lleve a cabo el inicio de la reestructuración del Barça, dando la despedida a leyendas del club que deben salir por la puerta grande, pero que deben salir.
Ya son muchos años en los que el club se ve humillado en Champions y en los que no se ve un cambio. Hay 5 jugadores que fueron titulares en Turín, Roma, Anfield y Lisboa (Ter Stegen, Piqué, Sergi Roberto, Suárez y Messi) y siguen siendo responsables de estas humillaciones como el resto de los futbolistas.
Es hora de un cambio, es hora de renovar la plantilla y es hora de darle aire fresco a un vestuario dominado por los jugadores en el cual la falta de intensidad se ha vuelto el primer mandamiento.
Guardiola: “Les perdonaré que fallen, pero no que no se esfuercen”
Por último, es necesario recordar la norma básica del entrenador que llevo al Barcelonismo a la gloria y que cambio por completo el curso del club y del fútbol: la intensidad.
La presión tras perdida, la presión elevada, el correr como si cada balón fuera el último, el entrenar para ganarse el puesto, las ganas de ganar, de triunfar, de llegar a lo más alto…todo eso se ha perdido y toca recuperarlo.
Es el momento de terminar un ciclo glorioso en la historia del Barça, que nos ha dado muchas alegrías, pero que viene dándonos muchos disgustos y es síntoma de que los jugadores han dado todo lo que tenían.